jueves, 31 de diciembre de 2015

¿Fin de año...? ¿Último día?

Recibir un golpe.
Recibir dos.
Recibir tres.
Sin respiro.
Un cuarto, un quinto y un sexto...
En medio del aturdimiento, encontrarme sobre un tren bala.
Disfrutar del paisaje.
Percibir el alma atrapada en el cuerpo.
Respirar hasta que el cuerpo se disuelve y el alma se libera.
Llorar a los gritos sintiendo dolor y felicidad al mismo tiempo.

Agradecer. Enojarme. Soñar. Entristecerme. Motivarme.
Perderme. Encontrarme. Maravillarme. Exasperarme.
Abrazar. Ser abrazada.
Sonreir amplio hasta el dolor de mandíbulas.
Cansarme hasta el agotamiento o el hartazgo.
Aislarme hasta desaparecer.

Salir al encuentro para dejarme sorprender por lo espontáneo.
Ir hacia adentro para encontar las respuestas.
Mirar hacia afuera, atolondrándome en la vorágine.
Vaciarme. Hallarme en el vacío y en la soledad.
Descubrir el silencio de mi misma y amarlo.



Disfrutar de cada momento y olvidarme, por momentos, de cada momento.

Asumir riesgos.


Vincularme desde el corazón. Abierto.
No entender.
Quedarme quieta hasta la pereza.
Asumir mis propias responsabilidades.
Establecer límites.
Obligarme sin piedad.
Lunas rojas y eclipses totales.


Tomarme muy en serio hasta el absurdo de dejar de ser.
Reirme de mi misma hasta rearmarme.
Tener la sensación de que siete meses fueron un siglo, los últimos 365 días fueron un milenio y todo eso en un instante... y que este instante parece no terminar nunca.
Tener planes. Concretarlos.
Tener otros planes y que aún sigan siéndolo.
Dejarme abatir por la desesperanza y el sinsentido un rato para seguir sin bajar los brazos desmalezando selvas.

Honrar a los que ya no están.
Honrar a los que están.
Honrarme.
Re-emponderarme.
Sentirme insegura. Sentirme vulnerable.
Temer al rechazo hasta doler mi propia médula.
Recordar que me tengo a mí misma.

Respetarme. Respetar y ser respetada.
Confiar-me. Confiar y ser confiada.
Amarme. Amar y ser amada.

Doy GRACIAS por este 2015.
Me siento bendecida.

Hoy, en el Hemisferio Sur y Occidental a las 11.47 a.m del...
31 de diciembre de 2015, calendario gregoriano
19 Tevet de 5776. calendario judío
19 Rabî Al-Awwal de 1437, calendario islámico

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados



lunes, 7 de diciembre de 2015

Cómo ir al chino y pagar con caramelos

1.
Lunes lluvioso en la ciudad. Ya hizo el recorrido desde su casa hasta la otra punta de la ciudad tres veces y aún le queda una vuelta más...

El regreso.

La tarde se hace noche bajo una nube que parece que caerá de repente sobre todos los citadinos, "¿O estará escondiendo alguna nave extraterrestre, como en una de esas pelis americanas, y lo que se viene es una invasión?... La verdad, ¡hoy es uno de esos días en los que me vendría genial una invasión...! Una abducción, mejor", imagina mientras un destello de recuerdo se presenta en su mente abarrotada de pensamientos, al unísono con el destello del relámpago en el cielo.

Mira fijo nuevamente a la nube que se transforma en un monstruo negro, descendiendo con intenciones de fagocitarse el mundo. Sus ojos, anticipándose a la tormenta, intentan reponerse de un llanto desgarrador que apenas le permiten seguir manejando. Sabe que lo que desata esa tempestad en su interior es la ruptura con Cassie, una sueca que secuestró su corazón apenas se conocieron.

"El regreso está en progreso. Mmm...extraño juego de palabras". Ahí va, otro pensamiento que se cruza. Regresa aturdido y necesitando silencio. O distracción.

Entonces se da cuenta: es el inicio del fin.

2.
Enciende la tele, hace zapping. Encuentra un documental en el History Channel que parece interesante: "La batalla entre el bien y el mal". No hay manera. No logra entender. Su atención está en cualquier lado, menos allí. Lo intenta, sigue tratando y siente que están hablando en algún tipo de lengua muerta que desconoce. Los orígenes de la lucha tan antigua como la Humanidad misma no le será revelada hoy, aunque un documental de dos horas le esté dando la oportunidad.

Frustrado, vuelve a verse a sí mismo sintiéndose inadecuado. "Estamos llenos de no saberes", le dijo muy sabiamente alguien, a quien admira profundamente, un sábado a las seis y media de la mañana.

Sigue adelante con el zapping, desistiendo de comprender lo que ve. Nada resulta inteligible o interesante...ni para distraer.

Hoy por lo visto tampoco obtendrá la respuesta que anhela tan vehementemente y le quita el sueño desde hace tres meses.

Piensa en cómo llegó hasta aquí y los recuerdos recientes comienzan a proyectarse en su mente. ¿O se están proyectando en su corazón...?

3.
Un día cualquiera de un septiembre de dos mil y pico, fue contactado por CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear. Fue convocado como físico invitado para un subproyecto en la investigación del bosón de Higgs. Se terminó transformando en interino y, después de demostrar que es más que un joven entusiasta e inteligente con ideas innovadoras, ya es parte del staff fijo de planta. Lo salvó su ciudadanía española, sino no entraba ni en broma.

Sus días en Ginebra transcurren con una habitualidad desconcertante para estar siendo parte de la historia de la física mundial. A veces, sólo para dar un toque de humor y hacerse otras preguntas sin respuestas, le propone a sus compañeros de laboratorio un acertijo para aplicar en su país de origen: "A ver si me ayudan a descubrir cómo puedo ir al chino y pagar con caramelos". Todos suelen reírse, pergeñar teorías e hipótesis disparatadas para finalmente decirle: "¡Argentino tenías que ser!".



Hasta que hace una semana, su colega belga de sonrisa fácil y cabello revuelto, Jean Paul, lo sorprendió con una propuesta que rompió su monotonía.

- Gabriel, quiero contarte algo en lo que estoy trabajando por mi cuenta hace ya unos años -le dijo Jean Paul en su perfecto español con acento francés-. Sé que puedo confiar en tí...esto es...eh...confidencial. Y para serte honesto, pensé que podrías darme una mano...

Gabriel se mostró entusiasmado. Sus ojos destellaron. ¡Al fin algo sacudiría su tedio! Y tal vez también el dolor profundo que le ocasiona la ruptura de Cassie, dos años después de iniciada la relación, sin saber aún el porqué.

Jean Paul le comentó que acababa de darle forma a un nanochip que puede ser implantado intranuclearmente en las células de cualquier tejido, en cualquier órgano humano. Allí donde es implantado, el chip puede cambiar la secuencia de tiempo de la célula, desacelerándolo.

- ¿¡Estás diciendo que en la célula donde esté el nanochip el tiempo transcurre más lento que en el resto de cualquier otra célula del tejido!?

- Sí, exactamente eso. ¡Y no es todo, Gabriel! Funciona como una especie de marcapasos que por pulsos eléctricos "contagia" ese pulso temporal a todas las células de igual constitución. Entonces, un órgano puede estar teniendo su propio "tiempo", aunque simultáneamente se acompasa con el resto del organismo para seguir trabajando eficazmente en el todo. Es como si se abriera una compuerta multidimensional, en donde el órgano sigue trabajando "como siempre" en el cuerpo pero está en más de una secuencia temporal en el mismo momento. Es como estar en Tokyo y en Londres al mismo tiempo...¡en un lado ya es mañana, en el otro es ahora...!

Gabriel, atónito, recorría mentalmente las posibilidades del descubrimiento.

- Jean Paul...esperá. Si por ejemplo, una persona tiene...digamos, un cáncer de páncreas ¿quiere decir que implantándole el nanochip, el tiempo dentro del órgano comienza a desacelerarse? ¿Es posible que las células cancerígenas se reproduzcan más lentamente?

Jean Paul dibujó una sonrisa, asintiendo. - Podríamos prolongar la vida del paciente, darle tiempo a la ciencia para que lo cure con el tratamiento existente, o hasta que descubra uno nuevo, o hacer que el tratamiento sea menos invasivo...podemos prolongar la vida del paciente aún cuando no recibiera tratamiento. Estoy pensando en que podemos experimentar incluso en un órgano sano y ver qué pasa cuando más de una secuencia temporal está funcionando en el mismo espacio físico en el mismo momento...

Gabriel no podía creerlo. Su corazón empezó a agitarse a tal velocidad que pensó que un solo nanochip no le alcanzaría para bajar la frecuencia cardíaca.

- ¿Y si probamos primero con un cobayo o un mono Rhesus, Jean Paul? ¿Probaste en un objeto inanimado? ¿Qué pasa sin tenemos más de una secuencia temporal en un objeto?

- No, no; está hecho en base a células humanas. Utilicé mi propio código genético para hacer pruebas in vitro.  Es sólo que confieso...no...no me animo a inocularme el nanochip. Estoy necesitando algún voluntario...

4.
Gabriel se da cuenta que al igual que con el documental del History, hoy tampoco alcanza a comprender las implicancias del descubrimiento de Jean Paul. Su corazón está roto en mil pedazos, Cassie "oficializó" su romance con Kisho, el ingeniero inglés de origen japonés del colisionador de hadrones esta mañana y está harto de ser catalogado como "el físico sensible, el nostálgico". Argentino tenías que ser...

Sin embargo de algo está seguro: quiere probar el chip en sí mismo. Sólo que no quiere desacelerar el tiempo interno.

Quiere acelerarlo.

Son casi las once de la noche. Llama a Jean Paul al celular y le pregunta si es factible que el nanochip acelere los pulsos temporales en lugar de enlentecerlos.

- No lo sé..., contesta la voz medio dormida al otro lado del teléfono, - podemos probar. Si lo logramos, ¡estaremos manejando variables del tiempo sin importar la dirección! Gabriel escuchó un chasquido, seguido de la voz de Jean Paul casi a los gritos: ¡Ya mismo me pongo a calcular las probabilidades y a hacer las pruebas!

Será una larga noche.


5.
"Estamos llenos de no saberes"...
Si tan sólo recordara lo que lo impacta. ¿Por qué todo es tan efímero para él?

Siente el dolor en el pecho mientras está de regreso, en ese regreso que está en progreso. Sin embargo, siente que no llegará a destino.

Sabe que no llegará a destino.

Hace ya seis días se implantó el nanochip en el corazón. Jean Paul lo manipuló para que sincronizara primero con el haz de His para mantener el ritmo cardíaco y luego, comenzaron a probar con las secuencias temporales.

Al principio, la desaceleración profundizó su dolor. Imágenes con Cassie y la ruptura aparecían en su mente con detalles de pantalla de alta definición. Lo invadían en cualquier lugar, en cualquier momento. No podía manejar sus pensamientos. No podía concentrarse. Empezó a tener problemas para calcular las fórmulas en el laboratorio, para seguir adelante con su trabajo. Ya no estaba de humor frente a las ideas de cómo ir al chino y pagar con caramelos. Estaba desbordado de emociones y sentimientos de amor y desamor al mismo tiempo.

Le pidió a Jean Paul que por favor, POR FAVOR acelerase el tiempo del chip. Gabriel necesitaba curar sus heridas.

De algún modo Jean Paul lo logró. Repentinamente y frente al ajuste, las imágenes y los recuerdos con Cassie empezaron a esfumarse, la frecuencia cardíaca se mantenía en valores normales pero él sentía que algo no estaba bien.

Empezó a sentir el peso de la vida, el paso de la vida.

Se mira en el espejo del auto, en medio de las lágrimas, y descubre que su corazón está cansado. En medio de su propio tiempo interno, su corazón comienza a latir más lentamente.

Detenido en un semáforo de regreso a casa, mira al cielo y ve la negrura de la nube tormentosa. Otro rayo, un trueno y su corazón que le susurra: "Hasta acá, Gabriel...hasta acá".

Cierra los ojos. En su interior estalla un universo multicolor en donde ve todos los instantes de toda su vida en simultáneo, en donde observa el pulso de todos sus tiempos...al mismo tiempo.

El regreso está en progreso. Vuelve a su esencia más pura.

Es el inicio del fin.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

Agradecimientos:
A Freddy Gabrielli y su sueño con el nanochip de complejidades, funciones y fines no incluidos ni descriptos en este cuento incompleto y poco merecedor de tamaña idea original. Pido perdón por eso.
A Vivi Licuadri por activar el título a partir del Mundial 2014.





domingo, 29 de noviembre de 2015

Contacto profundo.

Aceptar lo difícil.
Silencio. Profundo. Esencial.
Es todo lo que necesito hoy.
Para que mis pensamientos, mis ruidos internos griten hasta quedarse mudos.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados




lunes, 2 de noviembre de 2015

De cómo ser -o no ser- una estratega del amor...

Estrategia. Apego. Necesidad. Amor. Soledad. Mitad. Entero. Libertad. 
Algunas de las palabras que vienen rondándome en la cabeza...

Siento que están conectadas y en movimiento. No quiero explicar(me) nada; simplemente quiero jugar con las palabras y seguir el derrotero, la progresión que se me está autoimponiendo en esta rara fluidez.

Para que las cosas fluyan creo que se pone en juego el desapego. Pareciera ser que cuanto más apegados a las personas y/o las cosas estamos, menos fluimos con nosotros mismos. En mi experiencia, los aprendizajes más reveladores de mi existencia, los momentos más intensos de mis mundos interior y exterior surgieron transitando caminos obstaculizados, caminos que se me presentaban con dificultad. Para que las "piedras en el camino" se convirtieran en mi fuente de aprendizaje, necesité y necesito poner conciencia en mí, en el camino, en los obstáculos. Y mucho amor.

Inicialmente, me apoyé en alguna traza para poder "dirigir" el asunto. En otras palabras, implementaba estrategias. Utilicé varias con los asuntos, las situaciones...¡incluso las personas! Dicho así, probablemente suene frío, manipulador, peyorativo, minimizador, subestimador, arrogante...pero créanme que lejos está de mí poner en juego cualquiera de esas características. Cuando observo mi entorno durante al menos un minuto, escucho a diario a distintas personas refiriéndose a (o desplegando) "estrategias" para conseguir que Tal Persona "se fije en mí", "note mi presencia", "sepa que estoy", "sepa que me interesa", "me clavó el "visto" en el WhatsApp pero...¡no me respondió!"; o para "lograr su amor", "su interés en mí", "que sepa que l@ necesit@" y/o "¡que por favor me necesite!".



Suele haber dolor en este lugar que resulta muchas veces instalado desde las vivencias de desamparo y soledad. Una soledad profunda del desamor y de la necesidad de ese Otro ahí afuera para que yo, acá adentro, cobre entidad. (Bueno, algo de esto hay, al final de cuentas, somos en relación...)

El tema que me ronda es qué tipo de relación quiero para constituirme junto a un Otro, para vincularme, para encontrarnos en nuestra humanidad.

Desde mi punto de vista, hay muchos tipos de soledades, por ejemplo. A mí me gusta estar sola físicamente, sin personas a mi alrededor. En esos momentos disfruto mucho de mis charlas conmigo, o del silencio que obtengo con la certeza de que no es interrumpido por el exterior; ese silencio que a veces revela a los gritos mis propios ruidos internos y en otros momentos me lleva a los lugares de quietud con conciencia plena de mí misma, una paz derivada del placer de encontrarme.

También me gusta saberme sola. Esto me ha permitido descubrir dos cosas: primero que puedo, que soy suficiente como persona, que tengo un mundo interior riquísimo de experiencias, sueños, pensamientos, sensaciones, emociones, recuerdos, sentimientos, proyectos, vida; segundo, que puedo no poder, que a veces necesito dejar esa soledad para salir a buscar a alguien que me dé una mano para ver el camino, para escuchar(me), facilitándome panoramas, incluso orientándome -aunque no dirigiéndome-.

¿Significa esto que quiero depender de esa persona a la que salgo al encuentro?
NO.

Claro está, esta es mi respuesta a mi pregunta...

He dependido de otros en el pasado. Otros han dependido de mí. Hay relaciones que, en sí mismas, requieren de la dependencia (los niños con los adultos, por ejemplo). Sin embargo, he comprobado que cuanto más in-dependiente soy, más sanamente inter-dependiente me vinculo. Me siento libre. Libre de elegir cuándo vincularme, con quién, de qué modo.

Cuando elijo estar en el mundo de esta manera, en mi caso, ya no necesito estrategias. No necesito necesitar para constituirme. Elijo ser yo misma, de la manera más transparente posible para encontrarme con ese Otro a quien elijo para dejar mi soledad impotente y dolorosa. Después de todo, también conozco de mi espacio de soledad potente y placentera, la que está disponible para que fluya desde mi esencia más elemental de persona.

Hoy día, parece que hay una apología de priorizarnos como individuos en detrimento del Otro. También se sigue hablando de encontrar a nuestra "media naranja", nuestra "otra mitad", al mejor estilo "El Banquete", de Platón. Entonces me dije: "¡Qué ironía! "Individuo" significa que...¡no se puede dividir!".

No me puedo dividir. No quiero dividirme. Elijo no dividirme cada vez que puedo y le pongo conciencia a la existencia de la división como posibilidad que me obstaculiza. Yo, completa con todo lo que me constituye, quiero estar entera, ser entera, vivir entera. Es desde ahí donde brego por la cultura de ser "individuo", por mantenerme como una unidad, indivisible.

Desde allí también elijo buscar vincularme con otro Individuo así, completo con todo lo que lo constituye, entero. Que esté entero, que sea entero, que viva entero.

No necesito que alguien me complete. No necesito completar a Otro. No necesito estrategias. No quiero dividirme para ir a buscar a un Otro. No quiero andar dividida por el mundo buscando a ese Otro. Siento que por la mitad me cuesta más sortear los obstáculos del camino, me cuesta más descubrirme, me cuesta más ser todo lo que puedo ser. Por la mitad, me cuesta más salir al encuentro del Otro: demando, exijo, imploro, ruego. Por la mitad, el Otro y yo nos perdemos de una parte de mí que es valiosa. Por la mitad, yo me pierdo una parte del Otro que es igual de valiosa.

Desde mi punto de vista y en este caso, dos mitades no hacen un entero.

Son simplemente dos mitades unidas por lo que aparentemente falta, por el apego a lo que creo necesitar que sólo un Otro puede darme. Pierdo mi libertad. Pierdo mi espacio para poder desplegarme como un individuo. Pierdo mi capacidad para acercarme a un Otro desde la vincularidad sana.

Cuando me permito estar entera, con mis luces y mis sombras, algo en mí cede. Me entrego al fluir del camino, me animo a acercarme al Otro desde mi lugar más despojado, honesto, ingenuo.

A veces el Otro viene a mí y soy feliz pensando y sintiendo la simple posibilidad del encuentro, de conocernos, de mostrarnos, de ofrecernos, de recibirnos tal como somos.

A veces el Otro no viene a mí y siento la tristeza de la pérdida de esa posibilidad de un encuentro genuino, ese mismo encuentro que me permite confirmar que "soy en relación." A veces frente a esto, elijo seguir yendo al encuentro del Otro durante un tiempo, con mucha delicadeza y cuidado, no vaya a ser cosa que no esté acostumbrado a que haya Alguien como yo, con ganas de conocerl@ de verdad...

Tiendo a creer que el Otro también es libre, entero, individuo. Confío en que puede elegir acercarse si lo desea. Así pues, si no me elige, también lo entiendo. En ese punto, nuestros caminos divergen y nuestro vínculo pasa a ser parte de mi incalculable historia personal.

Termino de escribir esto y me doy cuenta que mi derrotero ha cambiado de dirección...

Tal vez vaya por una segunda parte a este camino, por una alternativa, por un desvío...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

viernes, 4 de septiembre de 2015

Cuando los Otros somos Nosotros


Inquieta. Confusa. Aturdida. Indecisa.

Algunas de las palabras que describen mi estado de este instante. Estoy pasando por un momento personal de revelaciones y resignificaciones maravillosas, para nada agradables pero sorprendentes y llenas de potencia. Mientras yo resignifico mi mundo, el mundo se resignifica para mí.

Pero al mismo tiempo creo que el mundo en sí mismo está gritando por ser resignificado.

La foto de un niño pequeño muerto en una playa está dando la vuelta al mundo. Sobrecogedor. Ininteligible. Indignante. Absurdo. Tristísimo. Impactante. Increíble...

Real.

Una muestra de quiénes estamos siendo como Humanidad Toda.

Cada uno de nosotros peleamos luchas cotidianas de distintos calibres, dimensiones e intensidades. Muchos de nosotros tenemos historias de vida muy duras. Algunos somos sobrevivientes de infiernos personales inimaginables. Muchos desarrollamos resiliencia. Otros estamos aún peleando por salir de algún lado de nuestra vida. Pero hay otros...Otros que huyen del horror de su entorno, al punto que sus propios infiernos personales pasan a ser algo secundario, terciario o...ni siquiera existentes. No hay tiempo para pensarse. No hay tiempo para saber si lo que están viviendo individualmente es lo suficientemente duro como para ser catalogado de "infierno personal".

Hay Otros, Personas como yo, como vos, como nosotros, que están tratando de encontrar un lugar donde poder dormir, comer, estar en paz...para entonces poder comenzar a ver qué pueden hacer con sus vidas, si es que logran conservarlas. 

Huyen de la muerte segura arrojándose a una muerte posible.


(Melilla, España. Ingreso de migrantes a través de una cerca sobre campo de golf)

Vivo en Argentina. Soy argentina con ancestros provenientes de otro continente, más precisamente el europeo. Uno de ellos italiano, otro francés, otra irlandesa, algunos españoles. Porto una mezcla de nacionalidades lejanas en mi sangre. Todos mis ancestros migraron porque no tuvieron otras alternativas, para darles a sus familias una esperanza de progreso, de mejoría, de crecimiento.

De vida.

Muchas de las personas allegadas a mí son argentinos de primera o segunda generación. Algunos, hasta tienen la "doble ciudadanía" española, italiana, alemana, griega, armenia. Sólo como ejemplo, las dos Grandes Guerras Mundiales del siglo XX se encargaron de eyectar hijos de sus tierras a América para no ser muertos en ellas. Ahora, ese mismo continente, se niega a albergar refugiados de otros continentes cercanos.

Si, entiendo. No hay economía en un país que resista 50.000 migrantes diarios cuando están en default, como Grecia. Los recursos no alcanzan ni para los nativos ni para el albergue de los nuevos migrantes. Sí, entiendo, una cosa es un refugiado de guerra y otro, un refugiado económico. Sí...entiendo ¿cómo albergar a aproximadamente seis millones de personas "nuevas" por mes, que no disponen de recursos ni idiomáticos para poder integrarlos a trabajos locales?

Entender no logra hacerme sentir menos dolida, aturdida, horrorizada, indignada, enojada.

¿Es que me estoy perdiendo de algo en el hilo de entendimento? Creo que sí: la palabra "refugiado" me distrae, mis ancestros me distraen, las guerras interminables en Oriente Medio, en África, en el este de Europa, en el norte de Asia me distraen...

La idea de que ya no sepamos qué más hacer con nosotros me distrae.
La idea de que sepamos qué más hacer y no hacerlo me distrae.

Me angustio. Me duele. Me siento herida de muerte. Y ni siquiera me siento con el derecho a sentirme así después de todo, estoy escribiendo esto detrás de una computadora portátil, albergada en un hogar, escuchando música que hace vibrar mi alma y acompaña mis lágrimas.

Sé que este tema es complejo. No soy opinóloga, ni política, ni diplomática. Me siento inútil, impotente, frustrada sin saber qué más hacer salvo sentir un vacío inconmensurable dentro de mí. Porque este niño en la playa me contactó con todo el planeta, en donde cientos de miles de personas, varones, mujeres y niños mueren a diario de hambre, de peste, de guerra, de Inhumanidad desde HACE MUCHO TIEMPO.

Sin embargo, elijo seguir creyendo en las personas, en la Humanidad. Creo en nuestra Humanidad. Creo que cada uno de nosotros, desde nuestro propio lugar que parece chiquitito, podemos convertir esto en algo poderosamente transformador y sanador.

Elijo seguir revisándome para ver cómo trato al inmigrante de la esquina de casa o el de la vuelta del trabajo; al senegalés que vende bijou en la calle, al boliviano que vende la verdura en la otra cuadra, al paraguayo que arregla los techos de enfrente, al chino del supermercadito, al peruano que vende películas en la calle, a aquel chiquito rumano que tocaba el violín en la esquina de Amenábar y Mendoza...y mientras escribo esto, miles de voces de amigos y conocidos se activan en mi cabeza discutiendo, ofendiendo, defendiendo, justificando.

Estoy hablando de las personas que dejan su país porque es la única opción posible para poder seguir adelante con sus existencias, para ayudar a los familiares que aún quedaron atrás y esperan de aquellos que lograron "salir" una ayuda para salvarse, para continuar siendo.

Estoy hablando de que esto, para mí, no está pasando en Siria, en Europa, en África, en Amenábar y Mendoza.

Para mí, esto está pasando dentro de mí. Y voy a ver de qué manera puedo contribuir desde mi lugar chiquito.

Porque después de todo y como dice ese dicho "el océano está formado por millones de gotas; sin ellas, no sería océano."

Desde esta gota que soy y que también alberga un océano entero en sí misma veré qué puedo hacer, quién elijo ser, cómo puedo vincularme con el resto de las gotas de este mar.

Para que juntos contribuyamos a sostener, fomentar, perpetuar la vida.
No a quitarla.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

domingo, 30 de agosto de 2015

"¿Qué otra cosa puede costarme la vida?"

"Volar en formación cerrada requiere un foco tipo láser: hay que ser capaz de pasarlo absolutamente todo por alto salvo seguir a la cabeza y ejecutar las maniobras con precisión. (...) Incluso durante un vuelo sin incidentes, es fundamental estar concentrado y preparado para abordar cualquier problema que se presente (...) lo que es algo habitual para los pilotos de pruebas y de cazas...has de centrarte en lo que tienes justo enfrente. Si no lo haces, te costará la vida.
Esta concentración intensa tiene menos que ver con lo que abarcas que con lo que dejas de lado.
Y cuando digo dejar de lado me refiero a borrar totalmente...todo fuera.
Si no es importante para los treinta segundos siguientes, es que no existe."


Domingo 30 de agosto. 6.45 am. Me despierto repentinamente con mil pensamientos rotando en mi cabeza y una intensa necesidad de moverme. Me incorporo y dreno mis pensamientos escribiendo en un cuaderno que tengo en mi mesa de luz, donde vuelco cada mañana toneladas de cosas que pueden resultar inconexas para los demás pero que están llenas de sentido para mí. Inicié este "ritual" hace no mucho. No leo lo que escribo. Esperaré al menos dos meses para comenzar a hacerlo.

Entre tantos pensamientos, aparece con claridad el recuerdo de un libro que tengo en mi biblioteca, "Guía de un astronauta para vivir en la Tierra" del Cnel. Chris Hadfield, editado en el año...

¡Caramba! Mientras busco el año de edición (que por cierto es 2014 en Argentina) descubro, para mi sorpresa, que anoté "De un Virgo a un Piscis...¿irónico?" de puño y letra, el día que lo compré. Para aquellos que gusten de y/o crean en la astrología, la súper luna llena de esta madrugada fue en Piscis, con el Sol en Virgo... (¿Sincronicidad?)

Un par de páginas más adelante en el mismo libro, hice un garabato y escribí "puro impulso". Como recordar y tomar el libro esta mañana de "la nada"...

Entre los cientos de pensamientos que se me presentan en simultáneo siento que cada uno está mostrándome el entramado de una red compleja, con tantas capas, texturas, consistencias e historia que por momentos es difícil poder hacerme a la idea o ver la posible forma de esa red. Sin embargo, intuyo certeramente que el entramado tiene un sentido que desborda cualquier tipo de análisis que puedo hacer. Al conectar con esa intuición siento paz, liviandad, seguridad...

Me siento en casa.

Cuando abro el libro del Cnel. Hadfield, el capítulo que decido leer es "¿Qué otra cosa puede costarme la vida?". Se disparan otro millón de pensamientos a velocidad luz que me ayudan a seguir conectando puntos de la red.

No importa si somos pilotos de caza o amas de casa, si somos varones o mujeres, si somos niños o adultos, si estamos haciendo lo que amamos, intentando amar lo que hacemos o no haciendo nada, lo que creo que ya es estar haciendo algo. Resuenan en mí las palabras de Hadfield "has de centrarte en lo que tienes justo enfrente. Si no lo haces, te costará la vida. Esta concentración intensa tiene menos que ver con lo que abarcas que con lo que dejas de lado."

(Cientos de pensamientos que se sientes como miles...)

¿Es posible viajar a nuestro futuro? Parece que aún no. Tengo la teoría -hoy...¡no sé mañana!- de que nuestro futuro consta de infinitas posibilidades dependiendo de cómo estamos ahora, en este exacto momento. Solemos llamarlas "alternativas". Cuando somos conscientes de quienes estamos siendo, sintiendo, pensando, creyendo, las alternativas o posibilidades se multiplican.

Con el mismo criterio, dicen por ahí que estamos siendo el fruto de lo que fuimos construyendo en nuestro pasado. Sin embargo, hay otra teoría que ronda mi mente con convencimiento: también somos capaces de modificar nuestro pasado. Yo sé que voy resignificando mis experiencias y me doy cuenta que, cuando cambio su significado, esta mujer que soy hoy también cambia. Entonces tal vez, y digo que sólo tal vez, siendo quien soy en este instante ya he cambiado "el futuro de mi pasado", saltando de una supuesta línea temporal que estaba transitando al estar ahora viviendo en esta otra.

Esta Cyndi que soy ya no es la que se supone que debía ser.

Hadfield vuelve a decir: "Si no es importante para los treinta segundos siguientes, es que no existe."

Uf...pienso en lo importante de estar lo más consciente posible de quién estoy siendo ahora. Me gusta la idea de poder proyectar treinta segundos hacia adelante y no mucho más. Es que, para una mujer ansiosa como yo que ha proyectado hasta llegar a puntos insospechados, teniendo planes A, B, C, D, E y por momentos algún que otro E Bis, tener la oportunidad de proyectar sólo unos segundos hacia adelante genera un alivio casi instantáneo.

Me encuentro a mí misma dibujando una amplia sonrisa en mi rostro. Cuando recuerdo ese pasado que en estos momentos voy resignificando, las palabras del coronel reconfiguran mi entramado.

Dejar de lado los cientos de pensamientos que me eyectan a días, meses e incluso años por delante y no simplemente a los siguientes treinta segundos, no sólo quitan mi foco de lo que tengo justo enfrente sino que, literalmente, me cuestan la vida.

No quiero pagar más. Quiero vivir lo más plenamente posible, una inspiración y una espiración a la vez. Okay, tal vez proyecte unos treinta segundos hacia adelante...pero no mucho más.

En cuanto a la importancia de lo que tengo frente a mí...¿qué existe más importante que la vida misma?

"...has de centrarte en lo que tienes justo enfrente. Si no lo haces, te costará la vida. Esta concentración intensa tiene menos que ver con lo que abarcas que con lo que dejas de lado. Si no es importante...es que no existe."

Me quedo pensando mientras disfruto de un delicioso capuccino a la italiana...

Cambio y fuera. Hasta el próximo vuelo.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

sábado, 22 de agosto de 2015

Gravedad

Esta mañana me desperté pensando en la gravedad...en la palabra "gravedad". Y me preguntaba por qué usamos la misma palabra para hablar de la enormidad o el exceso en una enfermedad, por ejemplo, y para la atracción universal de los cuerpos en razón de su masa.

También por qué, según la teoría de la relatividad, la gravedad está íntimamente ligada al espacio y al tiempo.

Porque parece que, cuando algo con masa se hace presente, el espacio-tiempo se "deforma" cambiando la geometría. Y esto hace que ocurran cosas "raras": la línea más corta entre dos puntos puede terminar siendo una curva y no una recta o dos paralelas se cortan en un punto o en infinitos puntos...

Nosotros, entonces, incorporamos la frase "todo es relativo" gracias al genial Einstein.



A mí me pasa que, cuando relativizo algo que está sucediéndome, termino por deformar mi experiencia. A veces, algo de peso pequeño en mi vida termina cobrando una relevancia de tal magnitud que su gravedad altera todos mis cursos. Empiezo a desviar mi camino y tardo una eternidad en llegar a destino...¡al menos en mi tiempo interno lo siento como algo eterno! (¿Estaría hablando también de esto Don Alberto...?)

A veces algo de gran peso lo minimizo al punto que desaparece. ¡Puff! Se esfuma, deja de ser, no pesa nada..."no es algo de gravedad, Cyndi, quedate tranquila...¡Pronto pasará!"

Mi espacio-tiempo está siendo deformado constantemente por el peso que yo le otorgo a los acontecimientos a través de mis sentimientos y mis pensamientos, que parecen tener vida propia. Pero no la tienen. Es a través de que son, soy YO la que decide qué masa tienen y por lo tanto, cuánto tiempo ocupan de mi tiempo.

"Aquí y ahora...aquí y ahora...aquí y ahora...", me repito como un mantra para que el milagro de la relatividad reacomode la distorsión de mi experiencia.

Stop. ¿¡El milagro de la relatividad!? Pero...¿no era yo la que le otorgaba el peso y tamaño a la masa del acontecimiento? Parece que, muy a mi pesar, soy la responsable de la distorsión y la ´"re-acomodación" de mi experiencia.

En fin...tendré que hacerme cargo de revisar masa y tiempo de cada experiencia que vivencio, a cada instante para que mi geometría se transforme en perfectamente sagrada.

Es aterradoramente fascinante saber que tengo el poder sobre LA gravedad...¡faaaa!

Quería postear esto el 21 de agosto, pero bueh...me pasé de masa. ;)

Buenas noches...hasta el próximo aquí y ahora.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

jueves, 6 de agosto de 2015

H....Mon Amour...!!!

Los invito a que se detengan un minuto a observar, apreciar, disfrutar esta imagen aérea. 



Hiroshima. 

Un día como hoy, hace 70 ańos, fue arrasada hasta desaparecer bajo la primera bomba atómica jamás usada contra nuestros hermanos humanos. 

En el museo de la ciudad hay un reloj parado a las 8.15 hs, momento en que detonó la bomba. Lo llaman el Reloj de la Paz...

Reloj de la Paz. 

Hoy, sin importar por qué ni cómo, estoy sensiblemente conectada en mi vulnerabilidad, mi fragilidad y mi vacío. También con mis logros, mis potencias y mi fortaleza.

Hiroshima es para mí uno de los tantos ejemplos de mucho de lo que somos capaces los seres humanos. 

Me ayuda a re-orientarme y recordar alguno de los fines de mi existencia.

Vienen a mi mente palabras que me asisten en expresar lo que estoy sintiendo en este momento. Bertolt Brecht las pone en boca de Galileo Galilei, hablándole a su discípulo y aprendiz, Andrea Sarti, en la obra homónima del escritor alemán. Dice Galileo:

'Mi opinión es que el único fin de la ciencia debe ser aliviar las fatigas de la existencia humana. Si los hombres de ciencia, atemorizados por los déspotas, se conforman solamente con acumular saber por el saber mismo, se corre el peligro de que la ciencia sea mutilada y que vuestras máquinas sólo signifiquen nuevas calamidades. Así vayáis descubriendo con el tiempo todo lo que hay que descubrir, vuestro progreso sólo será un alejamiento progresivo de la humanidad.
El abismo entre vosotros y la ciencia puede llegar a ser tan grande que vuestras exclamaciones de júbilo por un nuevo invento recibirán como eco el alarido de espanto de la humanidad.'

Ayer, Barack Obama -recordemos que es Premio Nobel de la Paz...- dijo en su discurso al Congreso de los Estados Unidos de América que si no se aprueba rápidamente el pacto con Irán para la limitación del programa nuclear iraní "se podría desatar otra guerra" porque "Estados Unidos perderá credibilidad como líder de la diplomacia"...

Setenta ańos después, quiero seguir honrando al valiente pueblo de Hiroshima. Elijo seguir creyendo que las personas somos capaces de desarrollar la resiliencia para levantarnos de los escombros y construir y reconstruirnos. Pero también quiero sostener mi atención en seguir comprometiéndonos en desarrollar nuestra capacidad de ponernos en el lugar del Otro, ése, mi Hermano Humano, que duele, que prospera, que teme, que sueńa, que cae, que se levanta, que comparte mis necesidades, mis anhelos...mi hermano, tan cerca y tan lejos de mis maneras de pensar, pero tan humano como yo. 

El Reloj de la Paz...
Parafraseando a Serú Girán...¿cuánto tiempo más llevará? 

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados






domingo, 12 de julio de 2015

El último feriado lluvioso

1º de Mayo. La llovizna fría sobre la ciudad invita a no salir. Después de estar dormitando de a ratos en el sofá, lo despabila el timbre del teléfono.

Es ella.

"¡Hola, mi amor! ¿Vas a venir?", dice ella con cierto tintineo divertido en su voz. Él se rasca la cabeza, no sabe qué hora es, pero parece ser aún temprano. "Sí, claro. Ya salgo para allá", responde lacónicamente en su tono profundo y seductor característico. Corta la llamada, sin emitir otro sonido.

Se levanta del sofá, se calza las zapatillas, esas que usa para los días como hoy: grises, irrelevantes, raros. Se estira hacia la mesita de café frente a él, abre el cajón lateral, toma la pistola, revisa si tiene balas y la acomoda a la altura de su cintura en la espalda bajo la polera de hilo, no sin antes ponerle el seguro.

Va hacia la puerta de salida y toma del perchero el piloto de gabardina beige.

Cuando ingresa al ascensor, ve su reflejo en el espejo. Está levemente ojeroso, algo despeinado, con barba de día feriado. Se arregla un poco el jopo, se acomoda los laterales del cabello y vuelve a mirarse. Ahí está, algo mejor; los ojos color almendra aún un poco pequeños por el sueño. Pero si la mirada es la ventana del alma, la suya da al Ártico: gélida, inhóspita, plana. A él le gusta su mirada.

A ella, también.



Llega a la planta baja, camina tranquilo hacia la esquina, se dirige a la boca del subte. Desciende las escaleras al trote. Ya en la plataforma y mientras espera el siguiente tren, observa el andén vacío y piensa en lo muerta que está la tarde. Sonríe frente a su pensamiento. La mente tiene maneras curiosas de seleccionar las palabras.

Cuando sube al subte se sorprende pensándola. No entiende bien por qué, hace sólo un mes que se conocen, aunque él cree saber que ella ya está enamorándose de él. Eso no lo sorprende, por cierto. Él sabe de su poder de atracción y manipulación estratégica. Sin embargo, desde el principio, ella fue todo un desafío: segura de sí misma, independiente, movediza, reservada, difícil de acceder y descifrar, algo que lo atrae intensa e inesperadamente hacia ella. Él no sabe qué esperar y eso le da una adrenalina adicional a los encuentros de por sí apasionados.

Ella tiene un efecto adictivo, le genera ese hormigueo, ese mareo. Sabe que no está enamorado, al menos no por ahora, y aún así el mundo se mueve bajo sus pies y todo comienza a dar vueltas. Es desconcertante.


Llega a destino. Se levanta el cuello de la gabardina y camina un par de cuadras bajo la llovizna. Una brisa fría y el agua le aplastan el jopo. Había olvidado llevar un suéter aunque, pensándolo bien, no habría de tenerlo puesto mucho tiempo al llegar a destino. Vuelve a sonreir para sí, anticipando el fuego del encuentro.

Cuando ella le abre la puerta, su mirada ártica la atraviesa. Ella se ve hermosa, sugestiva, sonriente. Se abalanza sobre él, le pasa la mano derecha por la nuca y lo arrastra hacia adentro, besándolo apasionadamente. Él siente el pinchazo tenue en la nuca y el hormigueo que le recorre el cuerpo. Comienza el mareo, todo empieza a dar vueltas; el mundo moviéndose bajo sus pies.

Pero esta vez es distinto. Sin cerrar los ojos, pierde el foco, la habitación está moviéndose, se tambalea y cae al piso boca arriba.

Ella lo mira, quieta.
Se ve hermosa, sugestiva, sonriente aún fuera de foco.

-"¿Amor...?", dice ella mientras se sube a él, apoyando las rodillas sobre el piso, a la altura de las caderas de él.

Algo no está bien, algo no es como de costumbre. Él piensa velozmente. No encuentra ninguna pista que anticipara este evento. No logra entender, algo no cuadra.

"¿En serio?", le dice ella como si estuviera leyéndole la mente. Él siente que está a punto de perder el conocimiento y hace un esfuerzo para no hacerlo. Su  mente sigue, como un torbellino, tratando de encontrar pistas que lo ayuden a comprender, pensando en salidas posibles. Pero está en un laberinto. Siente que se le entumecen los músculos, le cuesta respirar, su mirada se nubla todavía más, si acaso eso es posible.

Ella se inclina sobre él, pasa su mano por debajo de su espalda y le quita la pistola. Un chasquido le informa a él que ha quitado el seguro. Apoya el cañón en la frente de él. El largo y bello dedo índice de ella en el gatillo anticipa el desenlace.

Es ella quien ahora le clava una mirada gélida, inhóspita, plana.

-¿Cómo es morir sin comprender, sin saber, sin descifrar...?, susurra en tono sexy y final.

-"La oscuridad más absoluta y desesperante...como mi vida", piensa él, justo antes del disparo.



Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados






jueves, 9 de julio de 2015

Círculo cromático

Atónito desde las sombras, desconocedor del día, inspiró profundo por primera vez.

El aire invadió sus pulmones y el mar de oxígeno lo ahogó. Gritó. Lloró. Su cara, roja de esfuerzo, provocó una ráfaga de sangre púrpura corriendo por sus vasos. El calor de su piel se transformó en transparente sudor frío.

Abrió los ojos lentamente y los colores invadieron sus ideas. Ya no volvería a ser el mismo, todo estaría teñido de esa policromía extraña previa a él, presente desde el inicio de los tiempos... 
 
 
Pero sus respiraciones...sus respiraciones se acompasaron hasta que el rubor se blanqueó y sus lágrimas se secaron. Dejó de gritar...¿cuánto hacía? Mucho ya. Pero esas respiraciones fueron claves en su vida, de eso se acordaba bien: se aceleraron cuando tuvo su primer día de clases en el otoño cobrizo, se aletargaron bajo el sol dorado de enero en el campo, volvieron a acelerarse cuando la vió por primera vez bajo la parra verde de la casa de su mejor amigo, cabalgaron hasta extinguirse cada vez que hacía el amor en llamas amarillas, violetas y rojas, resoplaban frente a cada examen final flúo, se detuvieron por un eterno instante cuando le anunciaron la negra muerte de su padre, volvieron a acelerarse emocionadas cuando su hija Azul llegó al mundo...
 
Rápidas, lentas, pausadas, forzadas, felices, incapaces, llenas o vacías se sucedieron en forma ininterrumpida por el arco iris de sus días. Él les daba vida (¿o era al revés...?)

Se sentía muy seguro de ellas, no se concebía ni se reconocía sin ellas. Pero pensaba si podía detener y reanudar ese compás multicolor a voluntad.

Aquel otro día, ya conocido por él, luchaba por volver a respirar. Estaba nuevamente en el hospital, en otro. Lo habían llevado de urgencia después de sufrir el infarto y estaba conectado a un montón de plateados aparatos que hacían ruidos monótonos pero salvadores.
 
Pero ella, su nívea respiración, seguía junto a él.

De pronto, sintió que el diafragma dejaba de moverse; se había cansado. Mucho esfuerzo de parte de los dos, de él y de ese otro “él” que lo poseía; voluntario e involuntario. Los pulmones sabían que habían cumplido su tarea dignamente. Él, reclinado, notó que su cara enrojecía otra vez por el esfuerzo y las lágrimas hervían sobre sus mejillas.
 
Intentó gritar como aquel primer día pero, esta vez, el sonido no fue.

Cerró los ojos. Sabía que no volvería a ver los colores que lo fascinaron desde el inicio. Pero le quedaba el consuelo de saberlos incorporados a su esencia. Entonces, escupió el mar de oxígeno que lo ahogó mucho, mucho más de medio siglo atrás. Lo espiró profundo en un arco iris de compases armónicos.

Y se abandonó al placer de sumergirse, sin respirar, nuevamente en las sombras.
 
Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados
 

Feeling (falling?) all over

- That song is coming from an insane place!

- Insane!?

- Your mind...

- My mind is not insane!

- (...) Maybe it's just from another world, then...

- That could be right.
  And this, my dear...well, it may not be a song at all...




Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

jueves, 2 de julio de 2015

Las sombras dibujan tu perfil en el reflejo saturnino del interior no divisable

Estás mirándome fijo.

En la distancia se desdibuja tu figura hasta acercarte al paisaje: un árbol perfecto de ramas frondosas, hojas secas en el suelo, capullos abriéndose al cielo, rocío cayendo por los pétalos aterciopelados de los tréboles y en el medio vos...

...impoluto, rígido, acartonado, dibujado, deshilachado...

Fantasmagórico.
 
 

Mis pupilas se abren y dejan que el universo las penetre. Mi mente se funde y difunde, se confunde y perfunde. Ya no soy cuerpo, sólo mente unida al entorno que se retuerce en el estertor del nacimiento y la muerte cíclicas. Todo tiene vida y movimiento, menos vos...
 
...impoluto, rígido, acartonado, dibujado, deshilachado.

El infinito y yo somos lo mismo, el cuerpo me limita. Mis sentidos se multiplican por mil y ya no creo en los cinco o seis originales, ¡eso es mentira! Dios, el árbol, los pájaros, el mar, vos, todos somos uno.
 
Pero vos...vos no encajás.

Fijo mi mirada en tu figura y te contemplo.
 
El horizonte se achica, las ideas se desintegran, el campo visual se estrecha. Y te veo sólo a vos. El árbol, las hojas secas, los capullos, el rocío desaparecen. Mis sentidos se simplifican a menos uno y me voy hacia adentro...profundo.

Vacío.

Mi espejo me refleja. Ya no soy nada. Ya no soy nadie. Ya no hay ciclos. Sólo vos y yo.
Y yo...impoluta, rígida, acartonada, dibujada, deshilachada.

Fantasmagórica.
 
Alfa y Omega.
 
Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

jueves, 18 de junio de 2015

Aprendiendo a ser un poquitito más congruente...

¿Quién dijo que es fácil?
Es simple pero no es fácil, al menos para mí...
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El 13 de junio, en mi cuenta de Twitter, posteé una frase que surgió en mí luego de una experiencia puntual de ese día.

Decía:

"Hoy llegué a mi frontera final.
Más allá, no hay significado, ni misión, sólo la nada.
Bienvenida la exploración del vacío."

 
En la última semana y media he hecho un recorrido que me llevó a los límites de mi existencia. El sábado contacté por ¿primera? vez con la idea de no tener significado en mi vida. Repito: no tener significado EN mi vida. No hablo de sentido. Hablo de significado, ser signo por cualidad o circunstancia.

De pronto, me di cuenta que yo vivenciaba mi existencia de acuerdo a un funcionamiento. Soy aquella que funciona con un significado, no un ser que existe con un sentido. Existo en tanto funciono, no existo en cuanto soy.

Como si fuera poco, descubrí en un golpe directo y certero que mi significado había sido designado por otros cuando yo era pequeña en función de lo que necesitaban de mí. ¿Y cuál era esa función? Restaurar el equilibrio del entorno.

Dicho así puede sonar soberbio y ambicioso. Vivenciado desde niña como una obligación que exigía cumplirla a rajatabla, terminó convirtiéndose en una necesidad vital, en una no-opción, en una prohibición -a veces expresa claramente- de no ser yo misma. En verdad fue un peso terrible, una carga no deseada, llena de dolor, de miedo, de inadecuación, de impertinencia, de rebeldía encubierta, de sumisión, de sobre-adaptación, de vergüenza...

Llena de enojo.

El enojo no es un tema "nuevo" en mis escritos, sin embargo es un tema que viene instalándose, mostrándose, revelándose desde hace no mucho tiempo. Descubrí que mi significado, mi manera de funcionar en el mundo, dependía casi exclusivamente de que yo no me enojara. Porque si me enojaba, el balance y el equilibrio que me fueron asignados a ser sostenidos y preservados por mí se perdían.

El sábado contacté con esta, mi brutal realidad. Fue como una película de horror con destripamientos y sangre, fue darme cuenta de que esa que yo creía que era no solamente no era sino que, además, no la había elegido yo. Y, peor aún, darme cuenta que ni siquiera había tenido la libertad para elegirme y sentir lo que siento (mientras escribo esto me siento en un loop interminable...).

En medio de esto, mil recuerdos empezaron a agolparse, a aparecer sin siquiera saber que todavía estaban allí. Mis células comenzaron a vibrar con percepciones de ser considerada "poco genuina o falsa" por seres significativos para mí, temiendo que pensaran que yo era "invasiva", "inadecuada", "falta de respeto", "no merecedora de confianza" y mil calificativos más que me sumergían en la soledad y me llevaban a los confines de la auto-exclusión. 

Si sentía algo "propio", era inapropiado porque aprendí que sólo lo que otros me decían que debía sentir -en función de sus necesidades- es lo que podía sentir. Imagínense descubrir que puedo sentir mucho más de lo que me dijeron que podía y, encima, ¡no debería sentir eso! Uuufff...

A pesar de ellos y sus necesidades de "mi" funcionamiento, a lo largo de los años estoy aprendiendo a recuperar mi libertad. De a pasitos. A veces caigo en eso de "dos para adelante y uno para atrás". Pero avanzo.

Hoy me encuentro que enojarme es un paso más en dirección a mi libertad.

¿Y lo mejor? Que el equilibrio del entorno, de los otros, del mundo...¡no depende de mí! Yo aporto a equilibrio del entorno siendo más consciente de mí, más integrada en mi experiencia, dándole mi sentido a mi existencia, siendo más genuina conmigo misma, respetándome, cuidándome, dándome valor, sabiendo que soy alguien que a veces tiene un significado que también estoy aprendiendo a elegir; que mi significado no es mi sentido, que tengo la libertad para cambiar de sentidos y de significados...¡y que sigo siendo! ¡Incluso cuando me enojo!

Sigo existiendo. Porque existir significa aparecer, emerger, ser...tomar posición hacia afuera.

Así pues, esta soy, aquí estoy.

Felizmente enojada.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

domingo, 31 de mayo de 2015

El camino

Se despierta con los rayos del sol atravesando la ventana. Aún no puede creer que esté aquí.

Decide que el lugar debe estar apartado de todo lo conocido, de todos los conocidos. Decide que debe estar cerca -cerquísima- del mar. Decide que quiere estar rodeada de blanco.


Decide, también, estar sola -solísima-. Después de todo, así es como vino al mundo y así es como se irá.

Así es como se siente.
Así es como está.

Hoy es el primer día de muchos en los que finalmente duerme y sueña con historias agradables, con posibilidades, con otras dimensiones. En las últimas tres semanas sólo soñaba que estaba despierta, intentando dormirse, para luego despertarse de un sueño que no había sido. Durante los últimos tres meses, el insomnio, el mal descanso, los pensamientos a velocidad luz la poseyeron sin tregua, dejándola sin lugar ni tiempo para sentirse ella misma.

La cabeza pesa, la columna duele, las articulaciones crujen, las entrañas se adormecen, la mirada se pierde, el corazón añora.

Se incorpora de la cama, después de desperezarse y se dirige al balcón. Quiere respirar profundo el aire limpio del mar y tragarse todo el color del paisaje. Quiere llenarse de silencio. Aún escucha sus ruidos internos, sus luchas acérrimas, sus peleas polarizadas entre pasado y futuro, deseo y deber, hacer o no hacer; sus diálogos agotadores. Por momentos sólo quiere desaparecer, desvanecerse no sólo del mundo sino de sí misma. (¿Será eso posible?)

Este es uno de esos momentos en los que siente que el tiempo es absurdo, los relojes le refriegan en la cara el curso arbitrario del día dividido en horas, minutos, segundos, milisegundos y el espacio no es suficiente.

Necesita más espacio.
Necesita nuevo espacio.
Necesita el infinito...

Se siente atrapada, prisionera, esclavizada. Y siente que sus creencias, su vida tal y como la conoce y su propia historia son los carceleros. Está aquí para apelar lo que considera su sentencia ya cumplida, para mostrar su alegato y revertir el fallo.

Está cansada...muy cansada. Necesita recuperar fuerzas, rearmarse, ordenarse y tomar decisiones. Necesita estar consigo misma, detener sus batallas, ser honesta.

Se prepara un jugo de naranja, se sumerge en la bañera, mirando el mar. Presta atención a su propia respiración. El mundo, tal como se le presenta en este instante en medio de su aturdimiento y confusión es hermoso; la vida, un enigma a revelarse a cada instante.

Se pregunta si está dispuesta a reingresar a este tiempo y a este espacio, a volver a lo cotidiano. Si es así, ¿bajo qué forma lo hará? ¿Se dejará acompañar? ¿Por quién? ¿Por cuántos? ¿Hasta dónde?

Sabe que una parte de sí permanecerá solitaria, misteriosa, inaccesible, con razones, sentidos y motivos que sólo ella conoce. Sabe de lo que es capaz, sabe lo que quiere, sabe...lo que sabe. Sabe también que no debe responder a nadie en este mundo salvo a sí misma. Y sabe que entonces, sólo cultivando su interior, puede salir al mundo a ser quien está destinada a ser.

Así como se trate, así como se escuche, así como se conozca, tratará, escuchará y conocerá a otros.

Mira la copa ya vacía. Va siendo arbitrariamente la hora del silencio. Cree que allí está el camino de su existencia.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

sábado, 2 de mayo de 2015

Bitácora 201505.02.02 MLS

Le he dado 27 vueltas a la Tierra en lo que nosotros contamos como 24 horas. Veintisiete amaneceres y atardeceres.

Sin embargo, allí vuelve a asomar...ella...la Luna. Según sé, estará "llena" el 4 de Mayo allí "abajo".

 
Sueños, fantasías, recuerdos de cosas que fueron, ideas de cosas que serán.
 
Y este presente que se presenta confuso, movedizo, inquietante, diferente.
 
En Mi Lugar Solitario, contactaré ahora con el silencio...
 
Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

Bitácora 201505.02.01 MLS

Cuesta soltar...

ME cuesta soltar...

Doy una vuelta más alrededor de la Tierra. Me asomo a la ventana para mirar sobre mi ciudad.  Hay tormenta en la zona. 

Hay tormenta dentro de mí...

Sintonizo una frecuencia de radio y escucho Gotan Project. Inmediatamente me veo sentada sola en un bar de Buenos Aires, como suelo hacerlo cuando estoy en el planeta, café de por medio, disfrutando de la vista a través de...otra ventana. 

Ventana, tras ventana, tras ventana, se estimulan y expanden mis sentidos. Otra vez, hacia afuera y hacia dentro...

Se acerca alguien, esa persona que me devuelve una imagen de la realidad tan diferente a lo que yo percibo...especialmente de mí misma. Me doy cuenta que esto suele sucederme con más frecuencia de lo que me animo a admitir y a registrar. 

Agradezco el comentario, agradezco el contacto, agradezco la gentileza, agradezco la generosidad de compartir conmigo lo que otro que, sin conocerme, ve de mí.

Pienso en la valoración externa, en el impacto que me causa saber de mí por otros. También pienso en el impacto que ocasiono en otros, a veces -como ahora- sin saberlo. 

Creo sentir el delicioso aroma del café recién molido, el humo que se desprende de la taza invitándome a saborearlo, a dejarme llevar por el placer de los sentidos. 

Huelo, observo, degusto, siento el calor de la taza en mis dedos, escucho la música mientras me quedo con la halagadora sensación de saber que mi simple presencia afecta personas que incluso no conozco. Y la alegría de saberme afectada por los otros. 

¡Estoy viva!

Escucho estática. El Gotan Project se esfuma entre el ruido blanco. Cierro los ojos y, al abrirlos, vuelvo a la vista inicial. Estoy en Mi Lugar Solitario. La tormenta sigue allá "abajo".



Dentro de mí, la tormenta calmó. 
Sólo por ahora. 



Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados
 

viernes, 1 de mayo de 2015

Bitácora de Vuelo 201505.01 MLS

Mi Lugar Solitario está explorando y transitando zonas nuevas y llenas de desafíos.

Por momentos, me resulta difícil determinar qué está "afuera" y qué "adentro". Mirando a través de la ventana, contacto con la infinitud del espacio, la inmensidad de este universo, la redimensión del tiempo. Mirando dentro de la ventana, aunque contacto con la finitud, la limitación y la cronología, por momentos no noto la diferencia.

A veces, mirando a través de la ventana siento que en verdad estoy mirando un espejo...tal vez por eso apoyo mi mano, para que algo de la ¿realidad? vuelva a mí. ¡Oh, las percepciones!

 
Entre ayer -día terrestre en el que abordé la nave e ingresé en órbita- y hoy escribí dos textos: uno autobiográfico y reflexivo, de tenor tan íntimo que decidí dejarlo como borrador; el segundo, un breve relato de ficción tan oscuro que decidí no publicarlo.

El primer sueño que tuve ¿anoche? ha sido vívido, intenso, revelador, depurador...El enojo, la oscuridad, la resignificación y la integración van apareciendo de manera tangible, sensible, pensable. Por momentos, siento que mi mente se expande pulsátil al ritmo del espacio que también está mirándome por la ventanilla...

El espacio está mirándome por la ventanilla...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados