domingo, 10 de julio de 2016

Enlazando mundos

Desde ayer a la mañana estoy queriendo escribir algo. No hay manera, todo lo que inicio acaba siendo borrado por los mismos dedos que lo escriben.

Bueno...salvo esto, claro. Porque hasta acá, escribí...¿verdad?
La famosa contradicción entre la idea y el hecho, la mente y la acción.

¿Alguna vez sintieron que, aunque saben que todo tiene un sentido, ese mismo todo lo pierde de repente...?

Hace días que siento que estoy habitando múltiples planos y dimensiones. No puedo expresar cómo es para mí encontrarme con puntos de mi experiencia que parecían irreconciliables e inconexos, incluso que ni recordaba y/o sabía que estaban allí, combinándose y reconfigurándose para armar una nueva realidad. Una realidad que vuelve a mutar inesperadamente cuando regreso al estado de multiplicidad de dimensiones, repentinamente.

En esos instantes -porque son instantes- me lleno de sensaciones intensas, siento que me expando en mente, cuerpo y alma. Mi mundo ya no vuelve a ser el mismo.

Estoy cambiando.

"...todo es según el color del cristal con que se mira", decía el escritor y pensador español Ramón de Campoamor y Campoosorio.

Eso me lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué necesito explicar o expresar algo de estos mundos internos que están integrándose, cuestionándose, reconfigurándose? ¿A quién necesito explicar o expresar mi estado multidimensional? ¿Para qué? Alguien a quien admiro profundamente dijo anteayer algo que quedó rebotando en mi interior. Trataré de parafrasear lo dicho lo más cercanamente posible a como lo escuché: "Las cosas claras tiene una belleza especial para mí. Siento que lo claro es puro." 

Tal vez por eso suelo encontrarme explicando las cosas. Me he acostumbrado, desde muy temprana edad, a escucharme en voz alta para aclarar mi estado interno con respecto a las personas, las situaciones, los vínculos. Solía confundirme en mi hipersensibilidad, en la profundidad de mi alma, quedar desconcertada ante tanta complejidad frente a cosas simples. Quizá porque soy hija única, quizá porque escuchándome me ayudaba a encontrarme a mí misma enmascarada y escondida entre tanta palabra para defenderme, no lo sé... (Heme aquí, ¡nuevamente tratando de explicar(me)!)

Hablar me ayuda a depurar parte del exceso, a librarme de lo innecesario, a llegar a lo que subyace de mí misma. Me da claridad. Y allí, en lo claro, hallo la belleza, la pureza...y la paz.

Escribir es una manera de hablarme en medio de un mundo que me resulta caótico y reencontrarme con quien voy siendo. Me ayuda a centarme.

Una de las tantas facetas constitutivas de mis múltiples dimensiones tiene que ver con mis sueños. Los nocturnos. Los del no-estado de vigilia. Sueño mucho, recuerdo mis sueños y ¡me encantan! Son vívidos, multicolores y reveladoramente llenos de sentido para mí, por supuesto.

En las últimas tres semanas he tenido una secuencia consecutiva de sueños increíbles, excepto que...son perfectamente creíbles y posibles. Hoy, al despertarme después de uno de esos sueños, leo esto por ahí: "La noche te recordará que los temores se inventaron para evitar que logres tus sueños".

Así pues, me levanto y empiezo a escribir(me), a hablar(me) para despojarme de palabras que siento que me enredan, me confunden, me esconden y activan mi temores.

Quizás este es el camino para comenzar a cumplir mis sueños...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados