viernes, 4 de septiembre de 2015

Cuando los Otros somos Nosotros


Inquieta. Confusa. Aturdida. Indecisa.

Algunas de las palabras que describen mi estado de este instante. Estoy pasando por un momento personal de revelaciones y resignificaciones maravillosas, para nada agradables pero sorprendentes y llenas de potencia. Mientras yo resignifico mi mundo, el mundo se resignifica para mí.

Pero al mismo tiempo creo que el mundo en sí mismo está gritando por ser resignificado.

La foto de un niño pequeño muerto en una playa está dando la vuelta al mundo. Sobrecogedor. Ininteligible. Indignante. Absurdo. Tristísimo. Impactante. Increíble...

Real.

Una muestra de quiénes estamos siendo como Humanidad Toda.

Cada uno de nosotros peleamos luchas cotidianas de distintos calibres, dimensiones e intensidades. Muchos de nosotros tenemos historias de vida muy duras. Algunos somos sobrevivientes de infiernos personales inimaginables. Muchos desarrollamos resiliencia. Otros estamos aún peleando por salir de algún lado de nuestra vida. Pero hay otros...Otros que huyen del horror de su entorno, al punto que sus propios infiernos personales pasan a ser algo secundario, terciario o...ni siquiera existentes. No hay tiempo para pensarse. No hay tiempo para saber si lo que están viviendo individualmente es lo suficientemente duro como para ser catalogado de "infierno personal".

Hay Otros, Personas como yo, como vos, como nosotros, que están tratando de encontrar un lugar donde poder dormir, comer, estar en paz...para entonces poder comenzar a ver qué pueden hacer con sus vidas, si es que logran conservarlas. 

Huyen de la muerte segura arrojándose a una muerte posible.


(Melilla, España. Ingreso de migrantes a través de una cerca sobre campo de golf)

Vivo en Argentina. Soy argentina con ancestros provenientes de otro continente, más precisamente el europeo. Uno de ellos italiano, otro francés, otra irlandesa, algunos españoles. Porto una mezcla de nacionalidades lejanas en mi sangre. Todos mis ancestros migraron porque no tuvieron otras alternativas, para darles a sus familias una esperanza de progreso, de mejoría, de crecimiento.

De vida.

Muchas de las personas allegadas a mí son argentinos de primera o segunda generación. Algunos, hasta tienen la "doble ciudadanía" española, italiana, alemana, griega, armenia. Sólo como ejemplo, las dos Grandes Guerras Mundiales del siglo XX se encargaron de eyectar hijos de sus tierras a América para no ser muertos en ellas. Ahora, ese mismo continente, se niega a albergar refugiados de otros continentes cercanos.

Si, entiendo. No hay economía en un país que resista 50.000 migrantes diarios cuando están en default, como Grecia. Los recursos no alcanzan ni para los nativos ni para el albergue de los nuevos migrantes. Sí, entiendo, una cosa es un refugiado de guerra y otro, un refugiado económico. Sí...entiendo ¿cómo albergar a aproximadamente seis millones de personas "nuevas" por mes, que no disponen de recursos ni idiomáticos para poder integrarlos a trabajos locales?

Entender no logra hacerme sentir menos dolida, aturdida, horrorizada, indignada, enojada.

¿Es que me estoy perdiendo de algo en el hilo de entendimento? Creo que sí: la palabra "refugiado" me distrae, mis ancestros me distraen, las guerras interminables en Oriente Medio, en África, en el este de Europa, en el norte de Asia me distraen...

La idea de que ya no sepamos qué más hacer con nosotros me distrae.
La idea de que sepamos qué más hacer y no hacerlo me distrae.

Me angustio. Me duele. Me siento herida de muerte. Y ni siquiera me siento con el derecho a sentirme así después de todo, estoy escribiendo esto detrás de una computadora portátil, albergada en un hogar, escuchando música que hace vibrar mi alma y acompaña mis lágrimas.

Sé que este tema es complejo. No soy opinóloga, ni política, ni diplomática. Me siento inútil, impotente, frustrada sin saber qué más hacer salvo sentir un vacío inconmensurable dentro de mí. Porque este niño en la playa me contactó con todo el planeta, en donde cientos de miles de personas, varones, mujeres y niños mueren a diario de hambre, de peste, de guerra, de Inhumanidad desde HACE MUCHO TIEMPO.

Sin embargo, elijo seguir creyendo en las personas, en la Humanidad. Creo en nuestra Humanidad. Creo que cada uno de nosotros, desde nuestro propio lugar que parece chiquitito, podemos convertir esto en algo poderosamente transformador y sanador.

Elijo seguir revisándome para ver cómo trato al inmigrante de la esquina de casa o el de la vuelta del trabajo; al senegalés que vende bijou en la calle, al boliviano que vende la verdura en la otra cuadra, al paraguayo que arregla los techos de enfrente, al chino del supermercadito, al peruano que vende películas en la calle, a aquel chiquito rumano que tocaba el violín en la esquina de Amenábar y Mendoza...y mientras escribo esto, miles de voces de amigos y conocidos se activan en mi cabeza discutiendo, ofendiendo, defendiendo, justificando.

Estoy hablando de las personas que dejan su país porque es la única opción posible para poder seguir adelante con sus existencias, para ayudar a los familiares que aún quedaron atrás y esperan de aquellos que lograron "salir" una ayuda para salvarse, para continuar siendo.

Estoy hablando de que esto, para mí, no está pasando en Siria, en Europa, en África, en Amenábar y Mendoza.

Para mí, esto está pasando dentro de mí. Y voy a ver de qué manera puedo contribuir desde mi lugar chiquito.

Porque después de todo y como dice ese dicho "el océano está formado por millones de gotas; sin ellas, no sería océano."

Desde esta gota que soy y que también alberga un océano entero en sí misma veré qué puedo hacer, quién elijo ser, cómo puedo vincularme con el resto de las gotas de este mar.

Para que juntos contribuyamos a sostener, fomentar, perpetuar la vida.
No a quitarla.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados