sábado, 24 de diciembre de 2016

La chica danesa, Brad Pitt, mi tortuga, la Navidad y yo.

1.
Tarde en la noche de la víspera de la víspera de Navidad. Este es el día en el que comienzo - con tropiezos de toda índole- a escribir no-sé-bien-qué, mirando "La chica danesa", fascinada con Eddie Redmayne y admirada por la vida de Lily Elbe. Me encuentro llena de preguntas que no estoy tan dispuesta a responder en voz alta porque cada respuesta es condicionante de la multiplicidad de opciones que se despliegan en mi organismo.

Sigo sorprendiéndome con la facilidad y la habilidad con la que las personas nos empeñamos en complicarnos la vida...y complicársela al resto de los mortales. Ser quienes somos, sentir lo que sentimos, pensar lo que pensamos lo rotulamos, muchas veces, de  "inadecuado", "inapropiado", "incómodo", "inmoral"...inhumano. Nos jugamos la vida para ser quienes no somos, nos convertimos en "otros" para poder ser aceptados y recibidos y así, convocamos a la infelicidad como habitante cotidiano de  nuestras vidas.

Eso sí: después nos pasamos nuestros días buscando recetas para ser felices.

2.
Víspera de Navidad. Suena el despertador temprano como cada sábado para el inicio de mis tareas y trabajo. En ese instante que se halla entre el sueño y la vigilia descubro que estoy soñando con Brad Pitt. Sí...mis sueños suelen convocar a algún famoso, no sé bien por qué. ¡Supongo que un psicoanalista se haría un festín con ellos! (Mis sueños digo. No sé si con los famosos...)

Brad Pitt está en su pueblo natal...¡al norte de la provincia de Santa Fe! Su casa, pulcra, humilde y precaria; él, en absoluta soledad. Una biblioteca que habla de su paso por la universidad estudiando un par de años de kinesiología, un mobiliario austero que da cuenta de su origen tan antagónico e inesperado con respecto a su ¿destino? popular y famosamente conocido. Yo, en viaje con una de sus amigas, Cate Blanchett (ahí va otra persona famosa), para visitarlo. Él está muy mal. Él está devastado, aniquilado, muerto en vida. Yo, sintiendo una gran tristeza. Ciertamente, la belleza y el dinero no garantizan nada cuando nuestra humanidad duele y duela.



3.
Hoy celebramos en una parte importante del planeta un Nacimiento. EL Nacimiento. Y yo me pregunto como contracara: "¿y si hoy fuese mi último día de esta vida? ¿Estoy viviendo según mis posibilidades actuales?¿Qué estoy perdiéndome e imposibilitándome por orgullo, prejuicios, creencias, maneras inflexibles de mi persona, por ejemplo?"... Las preguntas siguen disparándose como con ametralladora en mi mente y mi cuerpo comienza a mostrar señales de varias cosas que parecen estar sucediendo en él.

Me re-descubro soliendo decir casi a diario lo que siento, lo que creo, lo que pienso, lo que percibo a quienes quiero, puedo y necesito decírselo, si es que quieren escucharlo y/o saberlo. Pero también tengo cosas para decir que aún no he dicho. Una parte de mí está enojada por no decir, de seguir callando para que otra parte no se vea expuesta y se sienta rechazada, no aceptada, no amada.

Pensando en el Nacimiento de hoy, siento escalofríos al saber con qué poca habitualidad nos podemos ofrecer Gracia, Misericordia y Amor a nosotros mismos y claro, a los demás. Pienso en las veces que mi incapacidad hasta el momento para cambiar mi aspecto físico, por ejemplo, fomenta mi frustración, dolor e impotencia y vuelve a mí la imagen de Brad Pitt en mis sueños, doliéndole las entrañas por el desamor. Sé que él estaba feliz de vernos allí a Cate Blanchett y a mí yendo a visitarlo en sus orígenes, no importándonos si es lindo o feo, si es rico o pobre, simplemente queriendo estar acompañándolo con amor. Sé también que yo no podía creer  en mis sueños que Brad Pitt me aceptara a mí en su casa, ¡él! tan lindo y deseado. Allí, otra vez el dolor en las entrañas por el desamor pero esta vez...en las mías.

No invalido ver mis faltas, no invalido sentir mis dolores, no invalido saber que esos son carteles en mi camino para seguir aprendiendo de mí y seguir creciendo. Lo que me duele más de mí, de Brad Pitt, de la chica danesa, es nuestra insistencia en el desamor para mutilarnos en nuestra humanidad. Callar a los otros y a nosotros aquello que necesitamos, no decir, silenciar no sólo nuestras necesidades sino también nuestra infinita capacidad de amar. Ir por la vida viviéndonos incoherentemente, no apreciar y validar nuestros hermosos y singulares matices, a veces no jugarnos por el otro pero, fundamentalmente, no jugarnos por nosotros. Si hoy fuese mi último día, una parte de mí se siente feliz y realizada mientras otra parte está dolida y silenciada por el desamor.

¿Estoy demostrándole a aquellos que amo, de manera cariñosa, potenciadora y manifiesta, que los amo? ¿O me conformo con asumir que "ya lo saben", que no son necesarias las expresiones explícitas y sutiles? ¿Me permito mostrar mi enojo para ir al encuentro, y no al desencuentro, de aquella/s persona/s que despierta/n ese sentimiento en mí? ¿Ejerzo mi valentía para hacer esa jugada que sé que me acerca a mi felicidad presente o para aceptar que por el momento no puedo ser "así de valiente"? ¿Me tomo instantes durante el día para atenderme, para estar atenta a mí misma y a mis universos a ver si logro detectar qué me gustaría ajustar para sentirme más plena? ¿O me dejo llevar por lo cotidiano y me entrego a ser fagocitada hasta olvidarme de mi bello ser, perdiéndome de mí y de los otros?

(Pintura de Kasimir Malevich,
"Realismo pictórico de una campesina en dos dimensiones".
Para desafiar constructos...)

Los días pasan. Hoy es un día más de actividad para mí aunque esta fecha diga que estoy viviendo una nueva víspera de un cumpleaños significativo. Elijo conectarme con el recordatorio de que este Cumpleaños más que requerir de mí que compre regalos, hace dos mil dieciseis años vino a traernos muchos "presentes" olvidados por nosotros: la esperanza en nosotros, la confianza en que sí podemos, la luz en nuestro camino, la misericordia, el perdón, la aceptación fundacional, el amor incondicional...el estar Presentes. Si voy a celebrar y festejar este Cumpleaños espero recordar que los Presentes que trae no son para que los disfrute sólo el 24 y el 25 de diciembre sino el resto del año calendario gregoriano.

¡Ah! Y no importa a qué religión adhiero, de qué modo me acerco a la espiritualidad, en qué creo o no. Una amiga judía una vez me dijo que en su casa se celebraba la Navidad como signo de respeto a las creencias del país que había cobijado a sus abuelos escapando del Holocausto, por lo que ellos celebraban agradeciendo con profundo amor la oportunidad de seguir viviendo para que ella pudiera existir. Hace un rato, cuando puse la lechuga en el patio de baldosas de mi casa citadina para que mi tortuga casi centenaria comiese, me decía a mí misma que si ella tuviese la capacidad de abstracción tal vez me viese a mí como a su salvadora o su dios. Es irrelevante, si vamos al caso. Ella confía en que su alimento aparece a diario, confía en ser abastecida y sostenida. Confía. Y ya lleva casi un siglo de vida confiando en que en su universo, "alguien" abastece.

Nosotros, los humanos, solemos darle a eso el nombre -entre otros- de Fe.

4.
Uf...qué texto largo. La chica danesa, Brad Pitt, mi tortuga, la Navidad y yo con mis preguntas que, por cierto, no están requiriendo de respuestas. Mis preguntas me abren puertas de revisión fluida y me ayudan a flexibilizar estructuras. Mis preguntas son aliadas en mi (auto)exploración.

Si hoy es mi último día sepan que, entre otras muchas cosas que mantendré en mi intimidad, agradezco con alegría manifiesta que Ustedes estén allí, leyendo esto, con interés, con aburrimiento, con ganas, con cuestionamientos, con razonamientos, con sensaciones, estando o no de acuerdo, con sus creencias, con sus ideas...así, como están: humanamente vivos.

Agradezco con alegría manifiesta que estén allí leyéndome con mis derroteros, mis delirios, mis potencias, mis impotencias, mis aciertos, mis equivocaciones, mis esfuerzos, mi interés, mi aburrimiento, mis ganas, mis no-ganas, mis cuestionamientos, mis razonamientos, mis sensaciones, estando o no de acuerdo, mis creencias, mis ideas, mis miedos...

Con mi humanidad.

Les deseo una buena Nochebuena y una sentida Navidad, si creen en el Nacimiento que celebramos hoy.

Y si no creen, les deseo que reciban tantos Presentes llenos de amor incondicional y aceptación fundacional de sus existencias y las de otros como respiraciones en sus días.

GRACIAS.
P.S.: Y Gracias porque, en el interés y amor que Ustedes prodigan, este blog ya superó las siete mil visualizaciones. ¡GRACIAS infinitas!

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

viernes, 25 de noviembre de 2016

El latido del tiempo

Hace al menos un mes y medio que siento operando en mí un cambio que parece ser natural. ¿Qué es natural? ¿Acaso todo lo que proviene de mí, lo que elijo, lo que creo que no elijo, lo que privilegio, lo que postergo, no es también parte de la naturalidad de mi devenir?

En la primera semana completa de noviembre contacté con el centro de mi galaxia, lo más "yo" de "mí". O al menos es lo que creo que eso es hoy. En este devenir, sé que este "yo" de "mí" mutará. De hecho eso espero, porque ese "yo" de "mí" es lo que creo que se mantiene estático e inmutable desde que recuerdo y yo recuerdo desde mucho (no, no...no me olvidé el "hace").

Viajar por el tiempo, a través del tiempo, a lo largo del tiempo no es algo que esté reservado sólo para la ciencia ficción. Yo estoy abocada a viajes temporales y es algo que recomiendo como medida de facilitación e ingreso al autoconocimiento. Lo que a mí me resulta interesante es que no viajo solamente con mis ideas y pensamientos, mis emociones y sensaciones, sino con mi existencia tal y como la conozco. Poder darme cuenta de la multidimensionalidad, las capas y los niveles de mi estar está abriéndome puertas a este y otros mundos simultáneos, aquí y ahora.

¿Quién puede decir que en estos momentos no están sucediéndole cosas en su vida? Sin ánimo de generalizar, creo que si paro a una persona en cualquier calle o camino del planeta, en cualquier momento y le pregunto: "¿Qué creés que está pasando ahora en tu vida?" la respuesta "Nada" -aunque posible, claro- supongo que sería más automática que pensada y, si pensada, la más improbable. Situaciones laborales, románticas, familiares, sociales, culturales, existenciales nos atraviesan, nos estemos dando cuenta de ello o no. Y ¿qué pasa cuando pasado, presente y futuro se unen en ese instante, de modo consciente, para hacerme saber que las posibilidades frente a mí, EN MÍ, son infinitas...?

El vértigo de poder elegir entre tantas (¿ilimitadas?) posibilidades me aturde.
A veces, no siempre...


El centro de mi galaxia está latiendo, bregando por expandirse en un big bang de potencialidades impensables, más allá de mi razón, trascendiendo las fronteras comprensibles y aprehensibles de mi intelecto. Aún así, mi centro late, mi centro está recuperando energía que está y/o estaba atrapada en otros niveles, ya caducos. O mejor dicho, en otros niveles creados para almacenar temporariamente esa energía destinada desde el inicio a mi centro pero que sufrió un desvío inesperado tiempos ha.

Tiempos ha.

Ya es tiempo de que sean devueltos a su destino de origen. Gracias por los invalorables servicios prestados.

Mientras tanto...
- vivía caminando desvíos que creí que eran el camino principal,
- vivía transitando caminos que se esfuerzan por volverme al cauce original, al que estaba destinado a ser y no fue, que todavía es, aunque inmaduro, detenido, frío y escarchado en este momento,
- vivir para descubrir que todos los desvíos son intentos por resucitar mi "yo" de "mí".

Mientras tanto...
- vivir para llenar el cauce con toda la fuerza de la energía almacenada en otros niveles,
- vivir para saber que esos desvíos tienen un sentido valioso,
- vivir para saber que tiene sentido reencauzar,
- vivir para plenificarme, ramificarme, explosionarme, fisionarme, confluirme, fusionarme, reintegrarme, transmutarme.

Vivir.

El tiempo no se pierde, al tiempo no lo pierdo. Yo lo creo. Lo genero. Puedo adelantarlo en ansiedad, puedo retrasarlo en nostalgia y melancolía, puedo rebobinarlo en recuerdos de distintas cualidades.

Puedo cambiarlo.
Puedo hacer que lo que sucedió ya no sucedió, y viceversa.
Puedo ser la otra versión de mí...No, esa no...la otra, la que está allá.

O mejor aún...la que está hoy, acá.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

viernes, 2 de septiembre de 2016

Frustración en mis universos

Comencé el día con una profunda sensación de frustración.

Durante la noche, en mis sueños, todos mis intentos por alcanzar lo que deseaba se veían malogrados. Mis propósitos, mis intenciones, eran dejados sin efecto o alguien se cruzaba en mi camino y, sin saberlo siquiera, se encargaba de privarme de aquello que tanto anhelaba.

Ya en mi estado de vigilia (me pregunto si es en su acepción de abstinencia...) estoy terminando el día sintiéndome de la misma manera. La frustración parece una puerta que da rienda suelta a mi enojo, a mi impotencia, a mis limitaciones y también a las limitaciones que el entorno presenta y me exceden. Esas variables que escapan de mi control.

Algunas personas suelen llamar a esas variables "vida". 

Entonces aparece alguien que me dice que no me frustre. ¡Ojalá fuese así de fácil!

Hoy mi día, mi vida, tanto en sueño como en vigilia, se me presentan frustrantes.

Decido desde temprano no resistirme y entregarme a la sorpresa que las variables pueden presentarme. Algo de esa frustración efectivamente se disipa, pero no significa que desaparece. Ni bien recuerdo los propósitos coartados, las intenciones que quedan en eso, sólo intenciones, la imposibilidad de concreción de mis deseos...¡zas! cachetazo al alma, contacto con el entorno, revisión de mis caminos.

¿Adónde estoy yendo así?
¿Qué es lo que estoy aspirando lograr?
¿Qué, quién o quiénes, cómo y por qué impiden que lo logre? Porque, sépanlo: hay rostros, situaciones, circunstancias y detalles concretos que pueden responder a esas preguntas...

Y también estoy yo, respondiéndome que lo que siento no lo elijo. Siento lo que siento y ya. Es verdad, puedo modificarlo una vez que lo identifico, pero identificarlo no me está ayudando hoy a transformarlo en otra cosa más allá de lo que es. 

Un cartelito muy "new age" se enciende en mi mente diciéndome que "si me lo propongo, todo lo logro".
Ok. Lo creo. Lo sé.
Pero no hoy.
Hoy me siento FRUS-TRA-DA.

Es interesante cómo esta emoción me ayuda a darme cuenta que tengo ganas de generar cambios sustanciales. Una forma de salir del enojo que me genero con la impotencia es moviéndome hacia otros lugares de mi existencia. "Si por este lado no puedo, seguro podré por otro."

No es lo mismo, lo sé, pero ¿qué importa? Ese cambio de rumbo puede ser uno de los puntos de inflexión de mi vida.

¿Les ha pasado de tener un punto de inflexión, una decisión que cambió el rumbo de sus vidas?

A mí sí. Por ejemplo (tomen aire...): en un momento de mi vida decidí que mientras estaba en espera de continuar con una materia en mi carrera de medicina, haría un curso de secretaria ejecutiva para no "perder el tiempo mientras tanto". Ese curso cambió el curso de mi vida: me conectó con alguien en el marketing bancario que me dió experiencia dentro el marketing que me abrió las puertas en la industria farmacéutica que posibilitó que me dedicara a los negocios y me desarrollara en áreas relacionadas que me llevaron a conocer a la persona que habría de susurrarme al oído por primera vez el nombre de la carrera que terminé siguiendo diecisiete años después, la cual me traería hasta este exacto momento.

En otra oportunidad decidí no irme a España para quedarme a desarrollar una potencial carrera profesional en el país, lo que me permitió estar cerca de mi madre en el momento de su repentina enfermedad y muerte.

O como cuando "me dejé convencer" de acompañar a la novia de un amigo a un viaje que yo no quería realizar, hace veintiún años, donde empezó la relación con quien hoy es mi pareja.

Me pregunto qué estaré haciendo en dimensiones paralelas a esta, en esas en las que las decisiones que tomé fueron no hacer el curso de secretaria, irme a España y/o no ir al viaje no deseado.


Pero sin importar qué estoy haciendo en esos mundos, sé que también hay días en los que, como hoy, siento una profunda frustración, tanto en mis sueños como en mi vigilia.

Porque de una u otra manera, no puedo recalibrar el compás de mi brújula sin días como el de hoy.

Estoy segura que estoy a punto de dar otro giro que marcará un nuevo punto de inflexión en mi existencia.

Al menos en esta dimensión, la misma en la que sus propias decisiones los han traido a estar leyendo esto que, aunque no sea memorable, original, interesante o sumatorio para ninguno de ustedes, al menos me está ayudando a no sentirme frustrada en mi intento de escribirlo.

Y porque en días como hoy siento que todas las Cyndis de todas las dimensiones y multiversos terminan confluyendo al permitirse sentir.

Así que...¿saben qué? Voy a seguir sintiéndome frustrada. Después de todo, parece que hoy es el día ideal para una hermosa reunión conmigo misma desde todos los rincones de mis existencias.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

sábado, 27 de agosto de 2016

Un largo, largo camino por recorrer

27 de agosto de 2016.
Sábado.
Llueve desde la madrugada.
Por momentos con tormentas eléctricas y cortinas de agua que no dejan ver más allá de unos poquísimos metros. Los dichos populares mencionan que el 30 de agosto "viene" la tormenta de Santa Rosa y que se puede dar unos días antes o unos días después.

Yo creo que esta tormenta es esa.

Temprano por la mañana salgo a trabajar. Por motivos que no vienen al caso, para las diez y cuarenta me libero.

Subo al auto pensando qué hacer. "Si el día estuviese lindo, pasearía", pienso mientras veo el agua caer trrencialmente sobre el capot. "No importa, tal vez pueda aprovechar y pasear igual..."

No me siento físicamente del todo bien. Ir a casa a descansar es una alternativa posible pero, por algún motivo, no deseo volver todavía. Siento fastidio y algo de enojo con el hecho de que el primer sábado verdaderamente libre en meses lo pase encerrada sola en casa. ¡Si hasta adelanté trabajo para poder disponer de la tarde y disfrutarla! No suelo darme por vencida con facilidad cuando me propongo algo.

Contacto a tres personas con quienes me gustaría compartir este ahora. Tal vez un desayuno, viendo juntos gente caminando bajo las últimas lluvias de invierno a través de algún ventanal. Pienso en barrios pintorescos, motivadores...Palermo, por ejemplo. Si bien tengo un par de propuestas interesantes, son para la tarde y sin horario fijo. ¡Todavía falta tanto!

Ninguna de esas personas está disponible. No puedo decir que siento frustración aunque sí desconcierto. Algo muy aniñado en mí siente que se perdió el camíón de los helados.

Pienso en ir a desayunar sola a una linda casa de té mientras puedo leer alguna revista. Contacto con mi necesidad de lectura liviana, de distracción, que me permita disfrutar del momento y aligerar la carga de mi mente...y mi alma.

Mi alma pesa en estos días. Mucho.

Sólo me quedo mirando a través del parabrisas sin saber qué hacer, hacia dónde ir, qué necesito...Me siento incierta y mi incertidumbre lo tiñe todo.

Casi una hora y media después sigo sentada en el auto, observando los movimientos de ese todo. Mi mente está a mil, uniendo puntos en este espacio que se fusionan con otros de otros espacios y otros tiempos. Estoy viajando sin rumbo por múltiples dimensiones.

Frenta a mí, una librería. En la esquina, la casa de té. A pocas cuadras, algunos amigos.

Nada parece poder generar la energía de tracción suficiente para que yo salga del letargo y la sensación en mí del tiempo que no es.

Desciendo del auto casi en automático. Entro a la librería y me pierdo allí durante casi una hora. Amo estar en esos lugares y, aún así nada de lo que veo llama mi atención lo suficiente como para seducirme. "Más de lo mismo", me digo mientras miro obras de Erich Fromm al lado de un libro de Jorge Rial y el Tao Te Ching contiguo al libro de Larry de Clay, "Sólo para bosteros". "La Biblia junto al calefón", diría Enrique Santos Discépolo.

Suena mi celular con la respuesta de una de las tres personas que sin saber nada de mi estar, se apiada de él -o de mí, no lo sé-. Ya es mediodía. La lluvia continúa incesante. Decido aceptar la visita a su casa y pasar un rato con alguien a quien valoro mucho.

Un par de horas y algunos cuantos mates después, salgo de aquella casa.

Todavía es temprano para una de las propuestas de la tarde y vuelvo a registrar mi estar sin estar. La radio, desde el amanecer, me regala canciones que hace mucho no escucho y me llevan a un pasado en el que yo era feliz sin ser muy consciente de ello. ("¿Estará sucediendo lo mismo hoy...?")

Vuelvo a dar algunas vueltas sin rumbo. Espero respuestas y manejo a baja velocidad para que me alcancen. Mis sentidos están hiperactivos. Pero las respuestas llegan en formas crípticas que aún no descifro.

Llego a casa. No me bajo del auto por al menos otra media hora.

Cuando finalmente entro, decido que "ya está", que puedo aflojar con tanto pensamiento y distraerme. ("¿Qué mejor que la tele para eso?")

Me encuentro con que la compañia de cable está actualizando remotamente el decodificador y, con el transcurrir de los minutos -muchos- que es mi decodificador el que no funciona.

Atención telefónica amable y rápida, paciencia del operador para que vayamos chequeando todo desde conexiones, botones, cables y accesos remotos para concluir que el aparato requiere de servicio técnico que no está disponible hasta el próximo martes. Al menos cuarenta y ocho horas sin la caja boba.

Me encuentro de pronto, en un día de tormenta, sola en casa, sin la posibilidad de distraerme y dejarme llevar por lo superficial. Hoy, que necesito como nunca algo que me distraiga de mí misma, todo parece llevarme en sentido contrario. Parece que el anhelo de respuestas es más fuerte de lo que yo misma creo.

Me siento a escribir este relato que se me antoja interminable, aburrido, tedioso, amorfo, insensato. Se agolpan sentimientos que vienen intentando mostrarse desde principios de mes: frustración, molestia, decepción, enojo, agobio, tristeza, inmovilidad, excitación, incertidumbre, inquietud, esperanza, alegría, agradecimiento, pasión, indiferencia...creo que el diccionario de sustantivos aplica casi completo.

En medio de todo eso o abarcándolo todo, yo, sin saber, sin entender. esperando sin esperar. Sin forzar. Sin-sentido pero todo-sentida.

Este relato lo escribo escuchando a Phil Collins de fondo. Él lo está diciendo mejor que yo. Yo, en cambio, soy una simple mortal tratando de encontrar el sentido al rumbo que está tomando mi vida.

Lo desee o no.

Hay cosas que, afortunadamente, escapan de mi control.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados



"Long Long Way To Go"
Phill Collins
While I sit here trying to think of things to say
Someone lies bleeding in a field somewhere
So it would seem we've still got a long long way to go
I've seen all I wanna see today

While I sit here trying to move you anyway I can
Someone's son lies dead in a gutter somewhere
And it would seem that we've got a long long way to go
But I can't take it anymore

Turn it off if you want to
Switch it off it will go away
Turn it off if you want to
Switch it off or look away

While I sit and we talk and talk and we talk some more
Someone's loved one's heart stops beating in a street somewhere
So it would seem we've still got a long long way to go, I know
I've heard all I wanna hear today

Turn it off if you want to (turn it off if you want to)
Switch it off it will go away (switch it off it will go away)
Turn it off if you want to (turn it off if you want to)
Switch it off or look away (switch it off or look away)

Switch it off
Turn it off "

domingo, 10 de julio de 2016

Enlazando mundos

Desde ayer a la mañana estoy queriendo escribir algo. No hay manera, todo lo que inicio acaba siendo borrado por los mismos dedos que lo escriben.

Bueno...salvo esto, claro. Porque hasta acá, escribí...¿verdad?
La famosa contradicción entre la idea y el hecho, la mente y la acción.

¿Alguna vez sintieron que, aunque saben que todo tiene un sentido, ese mismo todo lo pierde de repente...?

Hace días que siento que estoy habitando múltiples planos y dimensiones. No puedo expresar cómo es para mí encontrarme con puntos de mi experiencia que parecían irreconciliables e inconexos, incluso que ni recordaba y/o sabía que estaban allí, combinándose y reconfigurándose para armar una nueva realidad. Una realidad que vuelve a mutar inesperadamente cuando regreso al estado de multiplicidad de dimensiones, repentinamente.

En esos instantes -porque son instantes- me lleno de sensaciones intensas, siento que me expando en mente, cuerpo y alma. Mi mundo ya no vuelve a ser el mismo.

Estoy cambiando.

"...todo es según el color del cristal con que se mira", decía el escritor y pensador español Ramón de Campoamor y Campoosorio.

Eso me lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué necesito explicar o expresar algo de estos mundos internos que están integrándose, cuestionándose, reconfigurándose? ¿A quién necesito explicar o expresar mi estado multidimensional? ¿Para qué? Alguien a quien admiro profundamente dijo anteayer algo que quedó rebotando en mi interior. Trataré de parafrasear lo dicho lo más cercanamente posible a como lo escuché: "Las cosas claras tiene una belleza especial para mí. Siento que lo claro es puro." 

Tal vez por eso suelo encontrarme explicando las cosas. Me he acostumbrado, desde muy temprana edad, a escucharme en voz alta para aclarar mi estado interno con respecto a las personas, las situaciones, los vínculos. Solía confundirme en mi hipersensibilidad, en la profundidad de mi alma, quedar desconcertada ante tanta complejidad frente a cosas simples. Quizá porque soy hija única, quizá porque escuchándome me ayudaba a encontrarme a mí misma enmascarada y escondida entre tanta palabra para defenderme, no lo sé... (Heme aquí, ¡nuevamente tratando de explicar(me)!)

Hablar me ayuda a depurar parte del exceso, a librarme de lo innecesario, a llegar a lo que subyace de mí misma. Me da claridad. Y allí, en lo claro, hallo la belleza, la pureza...y la paz.

Escribir es una manera de hablarme en medio de un mundo que me resulta caótico y reencontrarme con quien voy siendo. Me ayuda a centarme.

Una de las tantas facetas constitutivas de mis múltiples dimensiones tiene que ver con mis sueños. Los nocturnos. Los del no-estado de vigilia. Sueño mucho, recuerdo mis sueños y ¡me encantan! Son vívidos, multicolores y reveladoramente llenos de sentido para mí, por supuesto.

En las últimas tres semanas he tenido una secuencia consecutiva de sueños increíbles, excepto que...son perfectamente creíbles y posibles. Hoy, al despertarme después de uno de esos sueños, leo esto por ahí: "La noche te recordará que los temores se inventaron para evitar que logres tus sueños".

Así pues, me levanto y empiezo a escribir(me), a hablar(me) para despojarme de palabras que siento que me enredan, me confunden, me esconden y activan mi temores.

Quizás este es el camino para comenzar a cumplir mis sueños...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

jueves, 9 de junio de 2016

Amorfológico

Llena de palabras en la oscuridad, ninguna parece aportar sentido a mis sentidos.

Es extraño sentirme una extraña en mi propio cuerpo. Nada de lo que diga, haga, piense o sienta parece importante.

Como si sólo algo transformador fuese valioso.

Sé que probablemente mi estar es ambiguo, abstracto, ambivalente, acariciante, acuciante y altisonante.

Sé que así como estoy puedo no interesarle a nadie. Tal vez, hasta puedo ser incomprensible, inasible e inabarcable.

Pero estoy siendo esta que estoy siendo.

Uno de mis mayores desafíos en este exacto momento es dejarme ser así. Después de todo, resguardarme es parte de la acostumbrada manera de adaptarme y, aunque la adaptación me ha salvado (y aún salva) la vida, a veces tampoco tengo claro para qué salvarla. Ni de qué.

Dejarme fluir implica en mí una tarea ciclópea permanente. Claro que nada de lo permanente permanece...

Paradójicamente harta de diatribas, me entregaré al anonimato del sinsentido y a la no-comprensión de aquellos que no sepan encontrar lo que aquí estoy mostrando; no por elitismo sino porque hoy, simplemente, no encuentro otra manera de mostrarme.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados




domingo, 8 de mayo de 2016

Los días contados

¿Alguna vez les pasó tener (y sentir) sus días contados...?

...¿hacia adelante o hacia atrás?

Cada siete años nuestro cuerpo se ha renovado completamente en su estructura celular. COMPLETAMENTE. Es decir que, cada siete años, somos LITERALMENTE una persona nueva. Yo sé que no tengo esto conscientemente presente, que tiendo a pensar que mi cuerpo se mueve, de manera biológica e inevitablemente independiente, hacia su propia decadencia.

También sé que me condiciono y determino en este pensamiento pero que mi espíritu no siente lo mismo.

Dependiendo del momento de nuestra existencia, podemos tener un sentido mayor o menor de finitud o infinitud. La edad, los sucesos, las vivencias, las estaciones del año, el día en que estamos parándonos, todo nos puede llevar a replantearnos hacia dónde estamos mirando y qué estamos contando...y contándonos.

Esta semana me topé con dos "anécdotas". La primera, en el cuestionario de un estudio de protocolo de investigación clínica se le preguntaba a un potencial paciente participante:

"¿Ha tomado alguna medicación que haya derivado en su muerte?
Responda Sí o No."

¿¡Qué!? ¡Jajajajaja! Inicialmente me reí mucho. Después me quedé penssando en qué estaría pensando quien realizó e incluyó esa pregunta en el cuestionario...

La segunda "anécdota" es muy distinta. Un amigo joven me dijo que un amigo de él, también joven, padece de leucemia. Esto lo conmocionó, lo dejó atónito y shockeado. Para mi sorpresa...a mí no. Porque ya me había conmocionado, quedado atónita y shockeada con otro caso similar cercano a mí hace casi un año.

Hoy me desperté pensando en los días, en el tiempo.
En mi tiempo y en mis días contados.

Me encontré perdida, me sentí latente, me necesito hacia adentro.

Me senté a escribir hace ya unos largos instantes frente a la ventana que trasluce un cielo nebuloso, la calle llena de hojas ocres que caen de los árboles y esta sensación en mi piel del frío no tan frío pero que anticipa aquel que ya se aproxima.


Otoño en el hemisferio sur. Para muchos aborígenes de distintas latitudes y regiones geográficas es la época crítica de los cambios. El calor disminuye, la luz comienza a alejarse, la naturaleza se prepara para la hibernación. Es tiempo de balance, donde el poder interior impulsa a proyectaros en un impulso que nos afecta,  nos cambia y nos transforma. Nos preparamos para preservarnos y administrar la energía. Los vientos del otoño limpian y barren el suelo estas mismas hojas ocres que caen de los árboles, los vientos enfrían el aire. Nos reservarnos, nos conservarnos. Almacenamos los frutos del verano para poder seguir viviendo en el invierno que está ya a la vuelta de la esquina.

Pero este preservarons nos ayuda a fortalecernos lentamente, ayuda a nuestra alma a ir preparándose para descansar y capitalizar energía, anticipando la gran transformación que vendrá en primavera. Estamos en plena fuerza potencial, en pleno inicio de gestación de renacimiento personal.

El otoño nos recuerda que todo debe terminar para poder renacer.

Introspectiva, reflexiva, preservando mi energía, me preparo para dejar de contar mis días.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados


sábado, 2 de abril de 2016

Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas - Mi humilde homenaje

Hoy se conmemora en Argentina el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas.

Estoy con un montón de sensaciones encontradas.

Aquel dos de abril yo tenía 15 años recién cumplidos. A mí siempre me emocionó y emociona hasta las lágrimas cantar el Himno Nacional Argentino. Por aquellos días, la frase "coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir" era para mí un grito de orgullo en medio de mi pecho. Si alguien leyó mi post anterior sabrán que, si hubiera sido por mí, yo hubiese sido una de las personas que hubiera ido a dar mi vida por mi país y mis compatriotas.

Era una adolescente bastante inocente en muchos aspectos, con algunas creencias e ideales muy distintos a los que tengo actualmente. Algunas de esas creencias han sido revisadas, cambiadas, modificadas, desterradas, descartadas y algunas otras confirmadas por elección consciente (o eso espero...)

Al mismo tiempo, mis estudios del idioma inglés estaban por demás avanzados y recuerdo empezar a pegar en todos mis cuadernos, carpetas y libros de ese idioma fotos: fotos del ARA General Belgrano, fotos de los aviones que incursionaban en las islas con valentía y heroismo (los Pucará IA-58, los Mirage M-III EA, el Super Etendard que era plataforma de los Exocet, entre otros). Yo fui de las que escribí cartas y enviaba chocolates para los colimbas, quienes siendo unos chicos apenas tres años más grandes que yo y sin mucha (o nada) de experiencia en instrucción militar, estaban en aquellos parajes fríos de los primeros días de otoño en este hemisferio.

Yo también era la que mantenía correspondencia con amigos (penpals o amigos por correspondencia) alrededor del mundo: Finlandia, Argelia, Grecia, India, Suecia, México, Polonia, Austria, Venezuela, Japón, Irán, Egipto, Francia...Estados Unidos y Chile. Escribirles a ellos y recibir cartas de ellos me llevó a pensar y replantearme muchas cosas mientras la guerra se llevó a cabo.

Yo era allegada en diversos grados de vínculo a argentinos que fueron a combatir con el "coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir" calado en los huesos. Varios de ellos, muchachos y no tanto, oficiales, suboficiales y "colimbas" de mi entorno no volvieron. Varios otros sí, pero ya no fueron los mismos. Uno de mis amigos estaba en Comodoro Rivadavia apostado en una base militar y logró volver con vida; otro estaba en el ARA General Belgrano.

Desde aquel entonces, siento un profundo interés por los Veteranos de Guerra.
De CUALQUIER guerra.

Seiscientos cuarenta y nueve -649- argentinos murieron en 73 días de conflicto bélico...

Y mientras yo creía que nuestro combate estaba siendo de una manera, mientras escuchaba la frase "Comunicado Oficial Número..." por la tele, mis amigos del exterior, en inglés, me contaban que estaban pasando cosas en Malvinas...otras cosas de las cosas que yo les contaba por carta. Ellos decían que la inforrmación que daban en sus países era distinta...que nosotros ibamos perdiendo la guerra.

Yo me debatía entre mi "argentinidad", los comunicados "oficiales" y lo que mis amigos de todas y diferentes partes del mundo intentaban hacerme saber. Un dato interesante, que observo a la distancia, es que no perdí ninguna de esas amistades en el conflicto, que intentábamos descubrir, en nuestra ingenuidad y con el amor que nos profesábamos, cuál podía llegar a ser la verdad en todo esto.

Entonces aquí estoy hoy, con un tumulto de sensaciones encontradas.

Hoy, 34 años después, conmemoramos el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, los mismos que al regresar fueron ignorados, menospreciados, desdeñados por los que nos quedamos esperando que ellos dieran la vida si fuera necesario por nosotros y la patria. Seiscientos cuarenta y nueve la dieron pero, como "no ganamos" (¿¡gana acaso ALGUIEN en una guerra!?) entonces los ignoramos.

Ignoramos a esas mismas personas, con o sin instrucción militar, que creyeron en sus propios valores y que aún con miedo, familias en el continente, inexperiencia o experiencia, hambre, desazón pero mucho heroismo, valor y orgullo estuvieron dispuestos a darlo todo de sí por la Patria...y por nosotros.

En octubre del año '82, Charly García nos refleja a los porteños (como si fuéramos los únicos argentinos que viven en una ciudad con puerto...) en "No bombardeen Buenos Aires", para mí una obra maestra. Y por el año '83, empezamos a cantar una canción muy pegadiza de Los Abuelos de la Nada, "Mil horas".

Y ahí estábamos nosotros, con una apología de la Guerra de Malvinas, bailando nuestra frialdad e indiferencia por los Héroes.

Seguí estudiando inglés lo que me llevó en el año 2014 a tener el privilegio y el honor de vibrar, vivenciar y presenciar el abrazo de dos personas, un ex-combatiente de Malvinas y un inglés, en la XI Conferencia Internacional de PCE que se llevó a cabo en la Argentina. Treina y dos años después, ese abrazo reparó en mí muchas de "aquellas cosas" de mi adolescencia, integró inconsistencias, me ayudó a reforzar la fe en las personas. Ese abrazo traspasó conflictos políticos, bélicos, de nacionalidades y soberanías. Ese abrazo, de sólo evocarlo en este momento, me inunda de lágrimas de emoción, de dolor y de esperanza, ayudándome a seguir reparando.

Aunque yo sea una de las personas que ha sentido desde el mismo 14 de junio de 1982 un profundo respecto, admiración y agradecimiento por aquellos héroes que estuvieron en el teatro de operaciones de Malvinas sin saber lo que en verdad la política velaba detrás del conflicto bélico, hoy quiero volver a pedirles PERDÓN por por el destrato, el maltrato y la indiferencia durante tantísimos años.

También quiero darles las GRACIAS, ofreciéndoles mi RECONOCIMIENTO permanente.

A Ustedes, Héroes. A Ustedes, Familias y Allegados de los Caídos y Veteranos de este nuevo capítulo bélico en la Historia de la Humanidad.

A USTEDES. De mí, una simple persona que los admira y los respeta.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados


martes, 8 de marzo de 2016

Una de mis historias no heroicas

Si me permiten, me gustaría que me sigan en esta breve historia personal.
Muy personal.

Siendo hija única, por motivos que no vienen al caso, terminé criándome entre varones y asistiendo a una escuela primaria donde terminamos siendo sólo dos niñas entre diecisiete niños. Es una época de mi vida que evoco con gran amor. Aprendí mucho de la importancia, el valor y la bendición de ser mujer, de tener una gran amiga mujer y también aprendí mucho del mundo masculino el cual, en lo personal, respeto y admiro profundamente.

Cuando tenía 7 años, decidí que quería ser astronauta. Cada adulto que me escuchaba decir esto, esbozaba una sonrisa entre tierna y socarrona y me decían: "¿¡Astronauta!? ¡Jajaja! ¡Qué locura!" Cuando yo defendía mi postura o me enojaba frente a la reacción, volvían a reir y me decían: "Ya vas a elegir ser otra cosa...maestra o enfermera, vas a ver...Dejá que pase el tiempo"

Entonces yo guardaba silencio. No entendía qué diferencia existía entre elegir ser maestra, astronauta, enfermera o cualquier otra cosa.

A los 8 años, decidí estudiar Astronomía o Física. Charlando un día en el recreo con uno de mis compañeros de primaria, Eduardo, le dije que iba a estudiar Física Nuclear para poder ser astronauta. Él, sin inmutarse e incluso alentándome, me dijo que él iba a ser químico.

A los 11 años, sabiendo que tenía que saber volar para ser astronauta, averigüé para ingresar al Liceo Aeronáutico Militar.

No aceptaban mujeres en aquel momento.

No dándome por vencida, descubrí que  aceptaban mujeres en el Liceo Naval. Yo pensaba: "Tal vez de aquí a cinco años, cuando egrese, me permitan entrenarme para piloto naval...todo está cambiando todo el tiempo...." Así que transmití mi decisión en casa para ver si me podía ir a dar el ingreso.

La respuesta de mis padres fue rotunda: "No te vas a ir sola a Salta y menos a hacerte militar. Sos muy nena para irte tan lejos" Yo les decía que a dos de mis compañeros de colegio sí los dejaban irse lejos, a los liceos. Pero no hubo caso, no me dejaron y punto.

Yo, otra vez, guardé silencio.

A los 14 años empecé a enviar cartas a la NASA, a Grumman, a McDonnell Douglas, Boeing...¡vaya a saber qué les escribía! Pero les escribía. Con regularidad. Daba clases de inglés para pagarme gastos como la suscripción a la revista "Aeroclub" y para juntar algo de dinero para tomar clases y convertirme en piloto civil. La hora salía fortunas para mi bolsillo adolescente que adolescía en silencio, pero sin rendirse.

Mi profesora de geografía me decía que debía declinar mi intención de estudiar Física. "No es una carrera para mujeres, los hombres no te van a dejar llegar y vas a terminar dando clases en una escuela secundaria."...¡como si esto fuese deshonroso o menor! Otra vez, no entendía. Por otro lado, yo sentía que sabía moverme en el mundo de los varones, había logrado hacerme respetar desde chica...¡no entendía! ¡No entendía por qué la profe me decía eso! Para mí los varones no eran (¡ni son!) enemigos, ¡eran mis futuros colegas pilotos y astronautas! ¡Eran personas como yo!

Y ahí estaba yo, guardando silencio mientras mi interior estaba lleno de dilemas existenciales.

Me destacaba en Matemáticas, Química y...Física, claro. Sin embargo, mi profesora de Física de tercer año, hizo lo indecible intentando que yo reprobara la materia. Sólo el último día de clases me dijo: "Viscellino, deje de levantar la mano. Usted tiene aprobada esta materia desde el inicio de año." Furiosa en aquel momento, tuvieron que pasar varios años para que yo me diera cuenta que le debía a ella mi extraordinario conocimiento en Física en aquel momento y que mi temple y voluntad se habían visto fortalecidos gracias a ella. Me había vuelto más resiliente. La recuerdo con muchísimo cariño porque sé que lo hacía con cariño pero en aquel momento mientras vivía esa realidad sentía que mi vida se caía a pedazos. Si yo no aprobaba Física, era claro que no sería astronauta. Yo no servía.

Qué cosa...cómo asociamos aquello en lo que nos desempeñamos con quienes somos...

El día previo a mi décimo quinto cumpleaños (los 15, sí) recibí en casa el mejor regalo: ¡un sobre enorme de la NASA! ¡Y a mi nombre! El primero de muchos que iría recibiendo a lo largo de los siguientes cuatro años con información, boletines, fotos, respuestas...esperanza.


¡La NASA ya estaba entrenando mujeres para viajar al espacio!
Yo confirmaba que las cosas seguían cambiando...

Empecé a averiguar para ingresar al Instituto Balseiro, en Bariloche. Debía tener segundo año universitario de Física aprobado con altas notas o tercer año de Ingeniería (supongo que si llegaron a esta altura del relato, ya habrán deducido por cuál carrera iría yo...) y dar un riguroso examen de ingreso. Planeaba estudiar como nunca, ingresar al Balseiro y al recibirme, aplicar como profesional a la Fuerza Aérea para obtener título con grado militar que me habilitara a aplicar a la NASA. ¡Por fin iba abriéndome paso por mi camino a ser astronauta!

Pero en uno de los informes que recibi de la administración espacial decía que la estatura mínima para poder ingresar al entrenamiento como astronauta para mujeres era de 1,65 cm.

Yo medía -mido- 1,52 cm.

"No importa", me dije. "Seguís con tu plan...vaya a saber para el momento que apliques todo lo que habrá cambiado."

Como verán, algo en mí es muy testarudo y tenaz. Pero con 16 años y mi manera de ser en aquel momento no me alcanzó como para no dejarme vencer finalmente por la presión de mi entorno, que no hacía más que decirme que ser astronauta era una utopía, especialmente siendo de este país y especialmente siendo mujer. Seguía sin entender...

Durante mi último año en la secundaria al momento de ir a inscribirme en la universidad en octubre, decliné. Sin tener claro por qué, sin entender, me anoté en Medicina.

En un recreo de mi primer trimestre de clases del CBC me encuentro con aquel compañero de primaria, ¿se acuerdan?. Eduardo, sí. ¡Imagínense la sorpresa al vernos! Ya teníamos 18 años, "ningunos nenes". Nos acercamos con sonrisas amplias, nos dimos un fuerte abrazo, empezamos a charlar: "¡Qué hacés acá!"-"¡Qué lindo verte!". Le pregunto a Eduardo "¿qué materias estás cursando?" - "Química Orgánica y Sociedad y Estado, ¿y vos?" - "Biología Molecular y Pensamiento Científico."

El semblante de Eduardo se puso serio, mostrando lo que yo tomé por perplejidad. Me miró fijo y me dijo: "¿Tenés que cursar Biología para la carrera de Física?"

Lo escribo y aún se me detiene el corazón.
Fue el momento en el que me dí cuenta que había dejado de ser leal a mí misma.

Qué cosa...cómo asociamos aquello en lo que nos desempeñamos con quienes somos...

Me llevó más de veinte años volver a ser leal a mí. Aún tengo luchas internas porque me encuentro tratando de negociar qué parte de mí manifestar, qué faceta de mí desempeñar, cuál mostrar sin ser desleal a quien voy siendo.

He recorrido un camino personal desde mi nacimiento que atesoro y reviso a diario porque siento que cada momento es una nueva oportunidad para empezar todo de nuevo, para saber quién soy y quién estoy siendo.

¡Ah! A propósito...no soy astronauta...por lo menos no en la manifestación.
Pero créanme cuando les digo que también soy astronauta, aunque sólo mida 1,52 cm...y la NASA aún no lo sepa.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados


P.S.: En el Día Internacional de la Mujer, me siento incómoda diciendo que lo "celebro". Hoy se conmemora la lucha de miles de trabajadroas que reclamaron por sus derechos laborales igualitarios a los de los varones, incluso con su vida.  Para los que les interesa, les dejo el resumen de la astronauta del Challenger quién, irónicamente para mi entorno infantil, era maestra...
(Fuente: http://www.entreelcaosyelorden.com/2012/05/mujeres-astronautas-2-parte-las-2-damas.html)

Christa McAuliffe
Christa McAuliffe
Nació en Boston el 2 de septiembre de 1948.
En 1966 se graduó de la Preparatoria Marian, en Framingham, Massachusetts y obtuvo la licenciatura en Artes en Framingham State College; en 1978 recibió un máster en educación de Bowie State College, en Bowie, Maryland.
Entre 1970 a 1985 trabajó como profesora de historia, inglés, economía y leyes en diversos colegios e institutos de EEUU.

El 19 de julio de 1985 fue seleccionada como candidata principal para el Proyecto Profesor en el Espacio de la NASA. Fue elegida entre más de 11.000 educadores.
como especialista de carga para a la misión STS 51-L del transbordador espacial Challenger.
Recibió durante un año un duró entrenamiento,que incluyó vuelos en aviones de combate y aviones de entrenamiento de gravedad cero, así como técnicas para el manejo de carga útil de la misión. Se la entrenó como a cualquier astronauta. Finalmente, despegó del Centro Espacial Kennedy, Florida a las 11:38:00  el 28 de enero de 1986, a pesar de las advertencias de algunos ingenieros a la administración acerca del posible efecto adverso que podrían tener en algunas partes vitales de la nave las temperaturas extremadamente bajas que se habían registrado la noche anterior. El Challenger logró despegar de la plataforma de lanzamiento y ejecutar su maniobra de virado, hasta ese punto, para los observadores en tierra, todo parecía normal.

Christa McAuliffe estaba casada y tenía dos hijos y en su honor se nombró al Asteroide 3352 McAuliffe.
Al menos 35 escuelas de Estados Unidos llevan su nombre, así como diversas instituciones y programas estudiantiles..
Cada 28 de enero,  cientos de estudiantes tanto de Estados Unidos como de México conmemoración del accidente del Challenger.

domingo, 31 de enero de 2016

De las creencias de una mujer posmoderna

1.
Empezaré este relato auto-rotulándome:
Soy una mujer posmoderna criada en una época moderna.

De pronto pienso "¡Qué cool! Estoy en pleno cambio de paradigmas, con un pie en cada lado, dándome cuenta de esto...¡es genial!".

Pensamiento muy posmoderno, ¿se dan cuenta?
:)
...por supuesto, los emoticones no pueden faltar si soy posmoderna...

Veamos: soy hija única, criada por padres modernos: padre profesional y "laburante", hijo de inmigrantes italianos, muy inteligente, con quien manteníamos charlas de horas y compartíamos hobbies e inquietudes; y una madre ama de casa, de familia de alcurnia, con varias generaciones en Argentina, de gran talento artístico, hermosa, de carácter alegre y una cierta rebeldía posmoderna que se iba acentuando con los años. Me ofrecieron un ámbito de crianza abierto, pluralista, artístico, intelectual y de libertad (posmoderno) que tal vez no es raro pero solía ser un tanto infrecuente para mi entorno cotidiano. Pero la cotidianeidad mostraba las profundas raíces de la polaridad con la que ellos mismos fueron criados (modernos).

Así pues, yo era motivada a ser una mujer independiente, profesional, auto-suficiente, no-dependiente de nada ni nadie, espiritualmente libre, sin condicionamiento religioso, intelectualmente estimulante, dueña de mi propia vida.

Hasta aquí, un brevísimo relato de mi historia (¡esto es muy moderno!). Mis padres ya fallecieron, yo seguí mi curso de vida como pude, aprendí y quise -aunque no siempre consciente de ello- creyendo que estaba viviendo en mi mundo posmoderno.

Hasta que se rompió el caño de desagüe de casa.

Esta es, en sí misma, una historia que me parece tanto más larga que mi propia historia de vida así que omitiré detalles para vuestro beneplácito. Lo único que puedo decir es que mi marido/pareja/cónyuge/concubino (¿cómo nombrarlo en una época posmoderna?) salió a la vereda ayer a arreglarlo.

Y dentro de mí colisionaron los planetas.

2.
Mi marido/pareja/cónyuge/concubino es un varón criado bajo las creencias modernas casi en el sentido más estricto de la palabra.

Sin embargo, él parece ser posmoderno....sin importarle mucho en qué filosofía puede ser encajado, él es y el resto -rótulos, por ejemplo-, se lo deja a los demás (¡muy posmoderno!).

Es todo lo que diré de él. Sólo agregaré dos cosas: es un gran ser humano y ha sido y es, hasta el momento, un gran maestro para mí.

Lo sepa él o no (posmoderno).


Ilustración: Adam Hughes...¡capo!

3.
Entonces se rompe el caño de desagüe de casa, él sale a arreglarlo y yo me doy cuenta que, asistiéndolo, me siento una perfecta inútil. ¿Si sé de caños? Sí. ¿Si sé de arreglos? Sí. ¿Si podría haberlo hecho yo? Sí, usando un poco de sentido común y leyendo otro poco de cómo hacer las cosas por Google. Pero no lo hice. Y él, quien tiene una gran habilidad manual y le gusta hacer este tipo de cosas, va y lo hace...con una sonrisa en el rostro. Y yo ahí preguntándole en qué puedo ayudarlo, qué le alcanzo, qué necesita de mí. A veces, hasta diciéndole qué me parece a mí que tiene que hacer (???).

De repente me observo y me siento en falta. Si voy a sugerir cómo hacer las cosas (aunque, por supuesto en mi tono más amoroso...) tengo que dejar de hablar, hacerlo yo y listo. Eso y decirle que él no sabe cómo hacerlo o que "yo estoy dejando que él lo haga de macanuda" porque "¡yo podría hacerlo, si soy una mujer independiente!" es lo mismo... ¿o no? Bueno, al menos pensaba eso para mí. Me sentí terrible porque en verdad no creo ni una cosa ni la otra.

Le agradecí infinitamente su trabajo. Él, risueño me dice que no entiende por qué se lo agradezco tanto.

¡Porque soy una mujer posmoderna!

Me descubro en los nuevos mitos posmodernos: yo puedo con todo, no necesito de un varón para esto, soy una mujer independiente y si no puedo ayudar en algo como esto, soy una inútil y fallo como mujer posmoderna. Y si no puedo hacerlo, pago para que alguien que se dedica a esto lo haga.

Aunque les parezca mentira, esto no es lo más revelador. Conozco de mí bastantes cosas, sigo descubrièndome a diario -o eso intento-, me pienso a mí misma y trabajo por conectar con quien voy siendo. Lo revelador es preguntarme, por enésima vez, en qué posición, en qué lugar estoy poniéndolo yo a él dentro mi creencia.

¿En qué posición ponemos hoy nosotras, las mujeres posmodernas, a los varones?

Me pregunto cómo nosotras, mujeres posmodernas, seguimos pretendiendo príncipes azules modernos pero actuamos muchas veces como amazonas posmodernas que descartamos e infravaloramos lo que los varones, con sus propios derroteros existenciales, aportan a nuestras vidas.

Ayer, mientras observaba a mi marido/pareja/cónyuge/concubino solucionando un tema doméstico que está modernamente asociado al género masculino, confirmé que la posmodernidad me lleva a mí, en algunas situaciones, a ponerme en un lugar de exigencia, de egocentrismo, de desconfianza -en mí en verdad...porque el varón desafía mi sistema de creencias posmodernas- que sin dudas deja fuera de mi mundo al Otro....y a mí me deja sola dentro de él.

Me pregunto, ¿cómo se sienten los varones de mi entorno frente a nosotras, las mujeres posmodernas?

El otro día leí una frase en FB que decía: "Yo, tan mujer maravilla y tú tan hombre invisible".
Es una frase que a mí me duele en el medio del alma...

Gracias Marido/Pareja/Cónyuge/Concubino, Gracias Amigos Varones, Gracias Varones de mis ámbitos por no ser invisibles y por hacerme ver que puedo elegir o no ser la Mujer Maravilla.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

En caso de que les interese, les dejo el link de defnición de Posmodernidad de Wikipedia (¡porque eso es posmoderno!): https://es.wikipedia.org/wiki/Posmodernidad



sábado, 23 de enero de 2016

¡Levantate, Gustavo!

"¿¡Puede ser posible que me despierte a las cinco o seis de la mañana de golpe, inspiradísimo para escribir y que sea tanta la fiaca que no me levante a hacerlo!? Gustavo, ¡así no se hace historia, loco! ¿Cuánto hace que te das cuenta que se te escapan mil ideas buenas por no levantarte de la cama ni bien te despertás? El bendito tiempo...el momento adecuado...'Que estas no son horas de escribir', 'Que quiero dormir un rato más o remolonear', 'Que en cuanto me levante escribo todo lo que está cruzándoseme por la cabeza'...¡Dios mío! ¡Si parece que me estuvieran dictando! ¡Levantate, Gustavo!".

Pero no. Se queda en la cama al menos una hora y media más y...¡plaf! Cuando se levanta...nada.
Nada de nada.
Ni siquiera un bosquejo de la idea original...¡aunque sí se acuerda que estaba buenísima!

"Hoy voy por un cuento erótico...si, ¡sin dudas!", se le dibuja una sonrisa amplia en la cara mientras se lava los dientes y espera que el agua para el mate llegue a la temperatura justa. Después de todo es sábado de verano y no tiene que ir volando a trabajar...

"Sí, igual no te levantasste a las seis cuando te vino la idea a la cabeza, Gustavo...uf...qué complicado querer decir todo lo que se me ocurre sin caer en lo burdo, lo chabacano...la idea que tengo está mortal, tiene contenido más allá de lo erótico...voy a escuchar el temazo de mi amigo para inspirarme...pero no sé cómo escribirla originalmente..."

Originalmente. ORIGINALMENTE. Él está siempre preocupado por la originalidad de sus escritos. Después cuando los lee, vuelve a darse cuenta de que ya está TODO escrito.

Siente una profunda frustración. Él sabe que tiene mucho para decir y ojo, algunas cosas muy interesantes. También sabe que tiene un modo a veces divertido, a veces críptico, a veces intenso, a veces irrelevante...Tiene un modo, bah.

"¿Y eso no es ser original, Gustavo?"
Parece que ser él mismo no es suficientemente original...
De pronto, le cae el peso de la mirada y el jucio del mundo entero encima.

"Ahí tenés, Gustavo, el tema es que estás pendiente del mundo entero...casi que también se cae de maduro que no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

"...no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

Se pregunta si se siente suficiente para sí mismo. Su mente se puebla en recuerdos. ¡Las veces que no fue suficiente! Para sus padres, que esperaban un Nóbel en investigación científica, para su primera novia que consideró que 'la respetaba demasiado', para algunas otras chicas que lo dejaban porque él era 'muy idealista', para su ex que consideró que su atractivo y el status logrado lo podía superar ese otro con el auto importado alemán (uno nacional de origen alemán nuevo no alcanzaba), para sus superiores que pretenden que los números del próximo acuerdo comercial internacional superen los cientos de miles del anterior y así considerar su ascenso...y la lista sigue.

"...no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

Tampoco se siente suficiente para sí mismo. Recuerda lo olvidado: que lo miden en resultados, en expectativas, en efectividad.

Se pregunta entonces quién es, quién tiene que ser para ser suficiente, para sentirse suficiente.

Carga el termo con el agua para el mate, se dirige al living y se sienta frente a la notebook.
Afuera, el silencio de la calle de verano en una mañana de sábado, unas nubes pobladas de posibles tormentas que dudan en descargarse y una brisa que apenas se anima. Adentro...adentro la pesadumbre, la tormenta desatada y el silencio.



Ingresa a Facebook en forma automática, ese lugar en donde no existe la soledad, todos son amigos, los sabios comparten sus consejos, todos exponen sus hermosas vidas, sus gustos, dónde están, qué comen, con quién, denostan al que no piensa como ellos...claro que no todo es así ni todos se comportan de ese modo. Hay muchas personas que en verdad utilizan el recurso para estar conectados con él, para saber cómo está, para arreglar un encuentro personalmente o para poder mantenerse cerca ya que están geográficamente lejos.

Siente una punzada en su cintura. Decide levantarse y estirarse un poco. Se da cuenta de que terminó el termo de mate hace rato, pasaron más de dos horas y...no escribió su cuento erótico. Ni siquiera abrió su procesador de texto para volcar una sola idea.

"Se cae el mundo entero, se cae de maduro que no soy suficiente pero no se me cae ni una idea en este momento..."

En ese par de horas también se olvidó de lo que siente: frustración, agobio, pesadumbre, insuficiencia de sí mismo.

Pero bueno, al menos el día mejoró, salió el sol y su mañana de sábado fue un poco diferente. Tal vez mañana se anime a levantarse, sin importar la hora, a escribir lo que le dictan por la madrugada.

Tal vez eso sí sea original...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

jueves, 21 de enero de 2016

Loop interminable

Esto es más o menos así: había comenzado a escribir hace como ocho horas, un relato autodescriptivo de un estado de ánimo. La cosa iba tomando forma, además de velocidad, e iba cursando una dirección.

Un evento inesperado y agradable interrumpió mi tarea.

Ocho horas después -ahora- decido retomar aquel relato y, repentinamente, lo interrumpo, guardo el borrador y abro esta página para empezar a escribir algo diferente.

Me doy cuenta que en el relato original, el que guardé en borrador, estaba hablando de la incerteza de lo que acontece en el instante siguiente.

Je...fenómeno que se repite como en un loop interminable.

Hablar de lo precioso de cada instante me suena trillado. Sin embargo, hoy estoy apreciando eso de un modo particular, diferente. Hoy hice contacto con que desde hace aproximadamente un año y medio y en determinados momentos, mi presencia fluye con la sabiduría de conocer que cada segundo es irrepetible.

Y, en otros momentos, algo en mí contacta con la idea de inmortalidad absurda, como si tuviera aún mil años por delante para llevar a cabo todo lo que deseo hacer. A veces también con lo que tengo que hacer.

En los últimos cinco días he pasado por todos esos estados: una presencia tan plena como si el mañana no existiera, el dolor de la ausencia, la costumbre de lo cotidiano que me ayuda a "trivializar" la rutina, la grata sorpresa de encontrarme en un lugar para darme cuenta que no sé cómo llegué allí y el shock que me desestabiliza y me contacta con la tristeza.

Todos instantes. Todos momentos. Todos esos instantes y momentos representantes de la vida.

Mi vida.

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