domingo, 8 de mayo de 2016

Los días contados

¿Alguna vez les pasó tener (y sentir) sus días contados...?

...¿hacia adelante o hacia atrás?

Cada siete años nuestro cuerpo se ha renovado completamente en su estructura celular. COMPLETAMENTE. Es decir que, cada siete años, somos LITERALMENTE una persona nueva. Yo sé que no tengo esto conscientemente presente, que tiendo a pensar que mi cuerpo se mueve, de manera biológica e inevitablemente independiente, hacia su propia decadencia.

También sé que me condiciono y determino en este pensamiento pero que mi espíritu no siente lo mismo.

Dependiendo del momento de nuestra existencia, podemos tener un sentido mayor o menor de finitud o infinitud. La edad, los sucesos, las vivencias, las estaciones del año, el día en que estamos parándonos, todo nos puede llevar a replantearnos hacia dónde estamos mirando y qué estamos contando...y contándonos.

Esta semana me topé con dos "anécdotas". La primera, en el cuestionario de un estudio de protocolo de investigación clínica se le preguntaba a un potencial paciente participante:

"¿Ha tomado alguna medicación que haya derivado en su muerte?
Responda Sí o No."

¿¡Qué!? ¡Jajajajaja! Inicialmente me reí mucho. Después me quedé penssando en qué estaría pensando quien realizó e incluyó esa pregunta en el cuestionario...

La segunda "anécdota" es muy distinta. Un amigo joven me dijo que un amigo de él, también joven, padece de leucemia. Esto lo conmocionó, lo dejó atónito y shockeado. Para mi sorpresa...a mí no. Porque ya me había conmocionado, quedado atónita y shockeada con otro caso similar cercano a mí hace casi un año.

Hoy me desperté pensando en los días, en el tiempo.
En mi tiempo y en mis días contados.

Me encontré perdida, me sentí latente, me necesito hacia adentro.

Me senté a escribir hace ya unos largos instantes frente a la ventana que trasluce un cielo nebuloso, la calle llena de hojas ocres que caen de los árboles y esta sensación en mi piel del frío no tan frío pero que anticipa aquel que ya se aproxima.


Otoño en el hemisferio sur. Para muchos aborígenes de distintas latitudes y regiones geográficas es la época crítica de los cambios. El calor disminuye, la luz comienza a alejarse, la naturaleza se prepara para la hibernación. Es tiempo de balance, donde el poder interior impulsa a proyectaros en un impulso que nos afecta,  nos cambia y nos transforma. Nos preparamos para preservarnos y administrar la energía. Los vientos del otoño limpian y barren el suelo estas mismas hojas ocres que caen de los árboles, los vientos enfrían el aire. Nos reservarnos, nos conservarnos. Almacenamos los frutos del verano para poder seguir viviendo en el invierno que está ya a la vuelta de la esquina.

Pero este preservarons nos ayuda a fortalecernos lentamente, ayuda a nuestra alma a ir preparándose para descansar y capitalizar energía, anticipando la gran transformación que vendrá en primavera. Estamos en plena fuerza potencial, en pleno inicio de gestación de renacimiento personal.

El otoño nos recuerda que todo debe terminar para poder renacer.

Introspectiva, reflexiva, preservando mi energía, me preparo para dejar de contar mis días.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados