martes, 29 de abril de 2014

La inmortalidad no engendra sabiduría

Leo hoy por la mañana, muy temprano, en algún lugar por el que transito:

La inmortalidad no engendra sabiduría.
Sólo la mortalidad engendra madurez.

Madurez...plenitud vital, sazón de los frutos...el punto justo.

Me siento enredada tratando de descubrir dónde está la punta de este ovillo.
("¿Qué ovillo, Cyndi?" - "No sé...algo me llama...no detecto desde dónde ni hacia dónde...")

Creo tener conceptos con respecto a la inmortalidad, la mortalidad, la sabiduría y la madurez que han mutado a lo largo de esta vida mía y espero que sigan mutando.

Me gusta dejarme sorprender. Me gusta desafiarme. Me gusta reinventarme y estar cambiando la persona que soy a cada instante, lo más conscientemente posible. A veces lo logro, a veces no. Sé, sin embargo, que estoy siempre dispuesta a hacerlo.

La vida se me antoja efímera en este momento...

Parece fácil hablar de "vivir el presente", "estar enfocados en lo importante", "descubrir nuestra pasión". Al caminar sobre estos peldaños, me encuentro frente a la idea de "inmortalidad". ¿A ustedes les pasa en algún momento, que van por el suelo que pisan pensando que tienen "todo el tiempo del mundo" para hacer tal o cual cosa, para "ser" esto o aquello, para priorizar lo que en verdad es importante para cada uno de ustedes?

A mí sí. A mí me pasa. A veces.

Hoy es uno de esos días en los que no. Siento que el tiempo se escurre entre mis dedos, que lo que quiero hacer, lo que quiero ser, lo que quiero priorizar no puede seguir esperando.


Me siento madura. Hoy me siento mortal, porque me mortal.

Y también, según mi creencia, sé que soy inmortal. Al menos mi alma lo es.
Entonces me pregunto si ir madurando en la mortalidad no es una forma de ir engendrando sabiduría en mi inmortalidad.

El día en el distrito federal de la Argentina está plomizo, lloviznoso, húmedo. Yo lo siento pesado, apremiante, aplastante, estancador. Sí, sí, estancador. De algún modo sé que esta manera de sentir el estancamiento es también una forma de detenerme y contactar con la quietud que me une a la finitud de mi existencia, con la escucha de mi propia esencia que pide silencio para encontrar...¡la punta del ovillo!

Para mí, madurar es sinónimo de crecer. Crecer es sinónimo de estar viva. Estar viva es lo antagónico a la mortalidad. No muero si logro, a través de mi madurez, engendrar la sabiduría que me haga inmortal.

Trascender. Permanecer. Ser inolvidables.

Tengo la sensación que no necesito de grandes gestas heroicas para lograrlo. Basta con permitirme escuchar mi alma, esa que me guía hacia el desarrollo pleno de la potencia que está en mí esperando el momento, el lugar y la oportunidad para cursar su camino.

Mi camino.

Y con que, al menos una persona, recuerde que fui recorriendo mi existencia intentando llegar a ser
quien estoy destinada a ser.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

miércoles, 16 de abril de 2014

La pasión, la intensidad, el pecado y la culpa.

Tal vez sea porque mañana jueves comienza la Pascua Cristiana, tal vez porque ayer se festejó la Pascua Judía (Pésaj), tal vez por algunas conversaciones con personas allegadas en donde surgió el tema, tal vez porque en este estar reflexionándome algo de esto también se está moviendo, la pasión comenzó a rondar en mi mente, en mi cuerpo, en mi alma.

Me costó mucho tiempo reconocerme como una mujer apasionada e intensa. Esto lo escribo así, sin mayores detalles, porque la sola palabra creo que dispara multiplicidad de ideas, pensamientos, creencias, sugerencias, al menos en mí y para mí. Entonces decido recurrir al Diccionario de la Real Academia Española (22a. Edición) y encuentro esto:

pasión: (Del lat. passĭo, -ōnis, y este calco del gr. πάθος).
1. Acción de padecer (sentir física y corporalmente un daño, dolor, enfermedad, pena o castigo; soportar agravios, injurias, pesares; sufrir algo nocivo o desventajoso; dicho de una cosa: recibir daño). 2. por antonom. Pasión de Jesucristo.3. Lo contrario a la acción.
4. Estado pasivo en el sujeto.
5. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.
6. Inclinación o preferencia muy vivaz de alguien a otra persona.
7. Apetito o afición vehemente a algo.
8. Sermón sobre los tormentos y muerte de Jesucristo, que se predica el Jueves y Viernes Santo.
9. Parte de cada uno de los cuatro Evangelios, que describe la Pasión de Cristo.
~ de ánimo.
1. Tristeza, depresión, abatimiento, desconsuelo.

Para mi sorpresa, la mayoría de las definiciones no se apegan a MI creencia de lo que es la pasión.
Cuando me digo "apasionada", me pienso más como una persona con aficiones, inclinaciones y preferencias vehementes a lo que elijo, a lo que me gusta, a quien elijo, a quien me gusta que suelen perturbarme o afectarme desordenadamente el ánimo.

Es decir, adhiero y me pienso con las acepciones 5; 6 y 7 del diccionario.

Pero ahora me siento impactada ante el resto de las definiciones del diccionario. Todo mi concepto de "pasión" se ve reformulado frente a la posibilidad de la pasividad, de la tristeza, de la depresión, del tormento, del desconsuelo, de lo contrario a la acción o, en tanto acción, a que sea de padecimiento. Sin embargo, cuando me remito a la Pasión de Cristo, todas estas otras acepciones cobran sentido...

Me quedo pensando en cómo asociamos hoy día muchos aspectos de la pasión según su intensidad, su duración y su dirección al pecado, al sufrimiento, a poder soportar agravios por experimentarla, a percibirla como algo nocivo y desventajoso, entre otras cosas.

"Dejarse arrastrar por la pasión" es casi caer en la desmoderación, en la inconciencia, en la injuria e incluso en la ruina moral. Podemos ponerle el calificativo que nos guste: pasión sexual, pasión deportiva, pasión religiosa, pasión "de multitudes". Ustedes eligen calificativo, intensidad, duración y dirección para saber cuándo pasamos de lo vivaz y vehemente de cualidades "aprobables" a lo sufriente, nocivo y letal. Calificamos. Juzgamos. Condenamos.

En esta era cibernética y de recetas que a veces parecen fáciles -aunque no simples- para superarnos a nosotros mismos, se nos incentiva a "hacer todo con pasión o no hacer nada", como si aquello a lo que nos abocamos y elegimos debe tener la cualidad de ser "apasionadamente" realizado sino estamos equivocando el rumbo o no estamos siendo "leales a nosotros mismos y nuestros sueños".

Estoy atorada en este punto en el que siento que ha llegado hasta mí un doble mensaje que me despierta un sentimiento de culpa por hacer las cosas "por placer". No sé si llegó así el mensaje o si yo lo entendí así -mucho más probablemente- pero navegar estas aguas tumultuosas a veces no me es tan "placentero".
 
 

Dos veces mencioné la palabra intensidad. Según el mismo diccionario, estoy hablando de un grado de fuerza y vehemencia con la que se manifiesta una cualidad, una expresión y mis afectos de ánimo.

Cosa curiosa: mi intensidad suele y solía serme devuelta por otras personas con calificativos de "superficial", "falsa", "exagerada". ¡Si supieran cómo duele ser intensa, sentir con esta vehemencia que expreso para poder quitar un poco de presión a "tanto" que pasa dentro de mí! Pero creo que esas personas no lo saben. No tienen por qué. ¡Ni siquiera yo misma sabía lo que signficaba ser intensa! Solamente vivía (y vivo) en esa intensidad.

A propósito, esto también refuerza mis ganas de salir a chequear en mis vínculos lo que cada quien cree, piensa, siente sobre lo que dice.

Como sea, hoy me quedo en este mar agitado de incertidumbre e impresición, de pasión e intensidad que  recibo en mí con los brazos abiertos en todas sus acepciones.

Mientras tanto, ¡JAG SAMEAJ y FELICES PASCUAS!

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados