domingo, 31 de enero de 2016

De las creencias de una mujer posmoderna

1.
Empezaré este relato auto-rotulándome:
Soy una mujer posmoderna criada en una época moderna.

De pronto pienso "¡Qué cool! Estoy en pleno cambio de paradigmas, con un pie en cada lado, dándome cuenta de esto...¡es genial!".

Pensamiento muy posmoderno, ¿se dan cuenta?
:)
...por supuesto, los emoticones no pueden faltar si soy posmoderna...

Veamos: soy hija única, criada por padres modernos: padre profesional y "laburante", hijo de inmigrantes italianos, muy inteligente, con quien manteníamos charlas de horas y compartíamos hobbies e inquietudes; y una madre ama de casa, de familia de alcurnia, con varias generaciones en Argentina, de gran talento artístico, hermosa, de carácter alegre y una cierta rebeldía posmoderna que se iba acentuando con los años. Me ofrecieron un ámbito de crianza abierto, pluralista, artístico, intelectual y de libertad (posmoderno) que tal vez no es raro pero solía ser un tanto infrecuente para mi entorno cotidiano. Pero la cotidianeidad mostraba las profundas raíces de la polaridad con la que ellos mismos fueron criados (modernos).

Así pues, yo era motivada a ser una mujer independiente, profesional, auto-suficiente, no-dependiente de nada ni nadie, espiritualmente libre, sin condicionamiento religioso, intelectualmente estimulante, dueña de mi propia vida.

Hasta aquí, un brevísimo relato de mi historia (¡esto es muy moderno!). Mis padres ya fallecieron, yo seguí mi curso de vida como pude, aprendí y quise -aunque no siempre consciente de ello- creyendo que estaba viviendo en mi mundo posmoderno.

Hasta que se rompió el caño de desagüe de casa.

Esta es, en sí misma, una historia que me parece tanto más larga que mi propia historia de vida así que omitiré detalles para vuestro beneplácito. Lo único que puedo decir es que mi marido/pareja/cónyuge/concubino (¿cómo nombrarlo en una época posmoderna?) salió a la vereda ayer a arreglarlo.

Y dentro de mí colisionaron los planetas.

2.
Mi marido/pareja/cónyuge/concubino es un varón criado bajo las creencias modernas casi en el sentido más estricto de la palabra.

Sin embargo, él parece ser posmoderno....sin importarle mucho en qué filosofía puede ser encajado, él es y el resto -rótulos, por ejemplo-, se lo deja a los demás (¡muy posmoderno!).

Es todo lo que diré de él. Sólo agregaré dos cosas: es un gran ser humano y ha sido y es, hasta el momento, un gran maestro para mí.

Lo sepa él o no (posmoderno).


Ilustración: Adam Hughes...¡capo!

3.
Entonces se rompe el caño de desagüe de casa, él sale a arreglarlo y yo me doy cuenta que, asistiéndolo, me siento una perfecta inútil. ¿Si sé de caños? Sí. ¿Si sé de arreglos? Sí. ¿Si podría haberlo hecho yo? Sí, usando un poco de sentido común y leyendo otro poco de cómo hacer las cosas por Google. Pero no lo hice. Y él, quien tiene una gran habilidad manual y le gusta hacer este tipo de cosas, va y lo hace...con una sonrisa en el rostro. Y yo ahí preguntándole en qué puedo ayudarlo, qué le alcanzo, qué necesita de mí. A veces, hasta diciéndole qué me parece a mí que tiene que hacer (???).

De repente me observo y me siento en falta. Si voy a sugerir cómo hacer las cosas (aunque, por supuesto en mi tono más amoroso...) tengo que dejar de hablar, hacerlo yo y listo. Eso y decirle que él no sabe cómo hacerlo o que "yo estoy dejando que él lo haga de macanuda" porque "¡yo podría hacerlo, si soy una mujer independiente!" es lo mismo... ¿o no? Bueno, al menos pensaba eso para mí. Me sentí terrible porque en verdad no creo ni una cosa ni la otra.

Le agradecí infinitamente su trabajo. Él, risueño me dice que no entiende por qué se lo agradezco tanto.

¡Porque soy una mujer posmoderna!

Me descubro en los nuevos mitos posmodernos: yo puedo con todo, no necesito de un varón para esto, soy una mujer independiente y si no puedo ayudar en algo como esto, soy una inútil y fallo como mujer posmoderna. Y si no puedo hacerlo, pago para que alguien que se dedica a esto lo haga.

Aunque les parezca mentira, esto no es lo más revelador. Conozco de mí bastantes cosas, sigo descubrièndome a diario -o eso intento-, me pienso a mí misma y trabajo por conectar con quien voy siendo. Lo revelador es preguntarme, por enésima vez, en qué posición, en qué lugar estoy poniéndolo yo a él dentro mi creencia.

¿En qué posición ponemos hoy nosotras, las mujeres posmodernas, a los varones?

Me pregunto cómo nosotras, mujeres posmodernas, seguimos pretendiendo príncipes azules modernos pero actuamos muchas veces como amazonas posmodernas que descartamos e infravaloramos lo que los varones, con sus propios derroteros existenciales, aportan a nuestras vidas.

Ayer, mientras observaba a mi marido/pareja/cónyuge/concubino solucionando un tema doméstico que está modernamente asociado al género masculino, confirmé que la posmodernidad me lleva a mí, en algunas situaciones, a ponerme en un lugar de exigencia, de egocentrismo, de desconfianza -en mí en verdad...porque el varón desafía mi sistema de creencias posmodernas- que sin dudas deja fuera de mi mundo al Otro....y a mí me deja sola dentro de él.

Me pregunto, ¿cómo se sienten los varones de mi entorno frente a nosotras, las mujeres posmodernas?

El otro día leí una frase en FB que decía: "Yo, tan mujer maravilla y tú tan hombre invisible".
Es una frase que a mí me duele en el medio del alma...

Gracias Marido/Pareja/Cónyuge/Concubino, Gracias Amigos Varones, Gracias Varones de mis ámbitos por no ser invisibles y por hacerme ver que puedo elegir o no ser la Mujer Maravilla.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

En caso de que les interese, les dejo el link de defnición de Posmodernidad de Wikipedia (¡porque eso es posmoderno!): https://es.wikipedia.org/wiki/Posmodernidad



sábado, 23 de enero de 2016

¡Levantate, Gustavo!

"¿¡Puede ser posible que me despierte a las cinco o seis de la mañana de golpe, inspiradísimo para escribir y que sea tanta la fiaca que no me levante a hacerlo!? Gustavo, ¡así no se hace historia, loco! ¿Cuánto hace que te das cuenta que se te escapan mil ideas buenas por no levantarte de la cama ni bien te despertás? El bendito tiempo...el momento adecuado...'Que estas no son horas de escribir', 'Que quiero dormir un rato más o remolonear', 'Que en cuanto me levante escribo todo lo que está cruzándoseme por la cabeza'...¡Dios mío! ¡Si parece que me estuvieran dictando! ¡Levantate, Gustavo!".

Pero no. Se queda en la cama al menos una hora y media más y...¡plaf! Cuando se levanta...nada.
Nada de nada.
Ni siquiera un bosquejo de la idea original...¡aunque sí se acuerda que estaba buenísima!

"Hoy voy por un cuento erótico...si, ¡sin dudas!", se le dibuja una sonrisa amplia en la cara mientras se lava los dientes y espera que el agua para el mate llegue a la temperatura justa. Después de todo es sábado de verano y no tiene que ir volando a trabajar...

"Sí, igual no te levantasste a las seis cuando te vino la idea a la cabeza, Gustavo...uf...qué complicado querer decir todo lo que se me ocurre sin caer en lo burdo, lo chabacano...la idea que tengo está mortal, tiene contenido más allá de lo erótico...voy a escuchar el temazo de mi amigo para inspirarme...pero no sé cómo escribirla originalmente..."

Originalmente. ORIGINALMENTE. Él está siempre preocupado por la originalidad de sus escritos. Después cuando los lee, vuelve a darse cuenta de que ya está TODO escrito.

Siente una profunda frustración. Él sabe que tiene mucho para decir y ojo, algunas cosas muy interesantes. También sabe que tiene un modo a veces divertido, a veces críptico, a veces intenso, a veces irrelevante...Tiene un modo, bah.

"¿Y eso no es ser original, Gustavo?"
Parece que ser él mismo no es suficientemente original...
De pronto, le cae el peso de la mirada y el jucio del mundo entero encima.

"Ahí tenés, Gustavo, el tema es que estás pendiente del mundo entero...casi que también se cae de maduro que no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

"...no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

Se pregunta si se siente suficiente para sí mismo. Su mente se puebla en recuerdos. ¡Las veces que no fue suficiente! Para sus padres, que esperaban un Nóbel en investigación científica, para su primera novia que consideró que 'la respetaba demasiado', para algunas otras chicas que lo dejaban porque él era 'muy idealista', para su ex que consideró que su atractivo y el status logrado lo podía superar ese otro con el auto importado alemán (uno nacional de origen alemán nuevo no alcanzaba), para sus superiores que pretenden que los números del próximo acuerdo comercial internacional superen los cientos de miles del anterior y así considerar su ascenso...y la lista sigue.

"...no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

Tampoco se siente suficiente para sí mismo. Recuerda lo olvidado: que lo miden en resultados, en expectativas, en efectividad.

Se pregunta entonces quién es, quién tiene que ser para ser suficiente, para sentirse suficiente.

Carga el termo con el agua para el mate, se dirige al living y se sienta frente a la notebook.
Afuera, el silencio de la calle de verano en una mañana de sábado, unas nubes pobladas de posibles tormentas que dudan en descargarse y una brisa que apenas se anima. Adentro...adentro la pesadumbre, la tormenta desatada y el silencio.



Ingresa a Facebook en forma automática, ese lugar en donde no existe la soledad, todos son amigos, los sabios comparten sus consejos, todos exponen sus hermosas vidas, sus gustos, dónde están, qué comen, con quién, denostan al que no piensa como ellos...claro que no todo es así ni todos se comportan de ese modo. Hay muchas personas que en verdad utilizan el recurso para estar conectados con él, para saber cómo está, para arreglar un encuentro personalmente o para poder mantenerse cerca ya que están geográficamente lejos.

Siente una punzada en su cintura. Decide levantarse y estirarse un poco. Se da cuenta de que terminó el termo de mate hace rato, pasaron más de dos horas y...no escribió su cuento erótico. Ni siquiera abrió su procesador de texto para volcar una sola idea.

"Se cae el mundo entero, se cae de maduro que no soy suficiente pero no se me cae ni una idea en este momento..."

En ese par de horas también se olvidó de lo que siente: frustración, agobio, pesadumbre, insuficiencia de sí mismo.

Pero bueno, al menos el día mejoró, salió el sol y su mañana de sábado fue un poco diferente. Tal vez mañana se anime a levantarse, sin importar la hora, a escribir lo que le dictan por la madrugada.

Tal vez eso sí sea original...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

jueves, 21 de enero de 2016

Loop interminable

Esto es más o menos así: había comenzado a escribir hace como ocho horas, un relato autodescriptivo de un estado de ánimo. La cosa iba tomando forma, además de velocidad, e iba cursando una dirección.

Un evento inesperado y agradable interrumpió mi tarea.

Ocho horas después -ahora- decido retomar aquel relato y, repentinamente, lo interrumpo, guardo el borrador y abro esta página para empezar a escribir algo diferente.

Me doy cuenta que en el relato original, el que guardé en borrador, estaba hablando de la incerteza de lo que acontece en el instante siguiente.

Je...fenómeno que se repite como en un loop interminable.

Hablar de lo precioso de cada instante me suena trillado. Sin embargo, hoy estoy apreciando eso de un modo particular, diferente. Hoy hice contacto con que desde hace aproximadamente un año y medio y en determinados momentos, mi presencia fluye con la sabiduría de conocer que cada segundo es irrepetible.

Y, en otros momentos, algo en mí contacta con la idea de inmortalidad absurda, como si tuviera aún mil años por delante para llevar a cabo todo lo que deseo hacer. A veces también con lo que tengo que hacer.

En los últimos cinco días he pasado por todos esos estados: una presencia tan plena como si el mañana no existiera, el dolor de la ausencia, la costumbre de lo cotidiano que me ayuda a "trivializar" la rutina, la grata sorpresa de encontrarme en un lugar para darme cuenta que no sé cómo llegué allí y el shock que me desestabiliza y me contacta con la tristeza.

Todos instantes. Todos momentos. Todos esos instantes y momentos representantes de la vida.

Mi vida.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados