martes, 19 de febrero de 2013

Copérnico o cómo practicar mi empatía

Un día como hoy, 19 de Febrero pero hace 540 años, nacía Nicolás Copérnico quien, según una teoría de la Época Moderna, infligió la primera de las tres heridas narcisistas a la Humanidad (de las otras dos se encargaron Darwin y Freud).

¿Qué de su teoría nos hirió tan profundamente?

Copérnico formuló la teoría heliocéntrica de nuestro Sistema Solar o, en otras palabras, postuló nada más y nada menos que la Tierra -con nosotros en ella- no era/mos el centro del Universo conocido hasta entonces.

Este matemático, astrónomo, físico y clérigo católico se atrevía a plantear la idea de que el Sol no giraba en torno nuestro, sino nosotros en torno a él.

Pasó más de medio ¡milenio! y aún lidiamos con nuestro egocentrismo. Hablamos de empatía, de ponernos en el lugar del prójimo pero seguimos encontrándonos con nuestras propias opiniones e intereses como faros inamovibles, únicos indicadores de la verdad -que por supuesto, poseemos nosotros-, como objetivos a ser impuestos sobre las opiniones e intereses de los otros. El sol, el mundo, el "resto" sigue girando a nuestro alrededor.

Y en esta posición de absolutismo perdemos la capacidad de escuchar activamente a quien está frente a nosotros; nos perdemos la riqueza de su punto de vista, la sutileza de su mirada y la experiencia de su propia verdad (¿¡Cómo!? ¿¡Es que acaso hay más de una verdad!?).

Sentimos que no somos escuchados, que no somos comprendidos, que no nos entienden.
Y nosotros no escuchamos, no comprendemos ni entendemos tampoco. 

Empezamos a gritarnos, no vaya a ser cosa que hablar suave y en tono bajo no perfore la coraza del otro y finalmente, no nos hagamos escuchar...

El grito desesperado que intenta acercarnos nos aleja más. Del otro y de nosotros mismos. Nos quedamos aislados, en un silencio pleno de palabras censuradas, atragantadas, agolpadas en nuestra garganta y nuestra alma.

Yo creo que dejar de ser el centro requiere valor para revisarnos en nuestras opiniones, creencias, conceptos y pre-conceptos; para reconocernos detrás de un cristal formado por nuestros juicios y pre-juicios; para elegir si queremos seguir con ese mismo cristal o modificarlo pero, por sobre todas las cosas, para recordar en todo momento que frente a mi cristal se para otra persona con su propio cristal. 

Parece que vos y yo nos vemos en forma transparente y directa, pero tenemos dos mundos enteros que atravesar hasta encontrarnos de la manera más honesta posible.

Como una aficionada eterna de la astronomía, descubrí a Copérnico y a su teoría cuando era todavía una niña que miraba con asombro hacia el cielo e intentaba hallarme en el Universo. Ahora, descubro al Copérnico que me recuerda mirar hacia adentro para hallarme en mi propio Universo, que también puede ser el tuyo...o no. 

Pero sospecho que nuestros Universos se unen en algún punto, tal vez en ese instante y lugar en el que vos y yo nos miramos a los ojos, nos contactamos despojados de nuestros egocentrismos y nos escuchamos con el corazón.

En ese instante y lugar en el que dejamos que el Sol sea el centro de nuestros mundos para que ilumine nuestro encuentro.