sábado, 31 de octubre de 2009

Retornos de quienes no se fueron


Hace mucho tiempo ya que no escribo aquí.

Pero así como las circunstancias pasan, también lo hace el tiempo.

Aunque pienso que somos nosotros los que pasamos por el tiempo y no él por nosotros y que nuestro paso se encapricha en fijarse en nuestra memoria. Es suficiente un sonido, un olor o un color para que el pasado con su futuro se despliegue ante unos ojos atónitos y una sonrisa inevitable.

Hace 19 años...ayer...en el milenio pasado...¿qué importa? En este momento, en este lugar, todos mis sueños, todos mis proyectos del pasado volvieron a cobrar vida en mi pecho haciéndome vibrar. Hoy ¿hace 4 horas? ¿en mi otra vida? también me dí cuenta que yo hice vibrar a otros y que esas vibraciones permanecen resonando, activándose, resurgiendo. En ellos y en mí.

Enamorada del amor. Dice Lacan: "Amar es dar lo que no se tiene a alguien que no es". Supongo que, sin histeria, he dado y sigo dando aquello que no tengo a alguien que sé que no es, pero ayuda a recordarlo. Los momentos de felicidad, los instantes donde el otro también me da aquello que no tiene siendo que yo tampoco soy, se convierten en combustible que motoriza mi vida, mi vida. He decidido -tampoco sé si hoy o hace mil años- seguir ofreciendo lo que no tengo. Me hace feliz.

¡Cuánto puede verse en la oscuridad! Es sólo cuestión de abrir los ojos en la proporción justa y estar dispuestos a percibir. Recibir, sin miedo. Experimentar, curiosos. Vivir, intensamente. Es aterrador, desconcertante, confuso pero liberador. Y ser libre es lo que me hace sentir en paz con el cosmos. Me mancomuna. Me permite volver a mi origen.

El origen vuelve a remitirme al tiempo, que se me antoja elíptico. Los bordes se tocan con tal intensidad que no hay principio ni fin, sólo un continuum. En el continuum lo único que interesa es el aprendizaje para moverse con fluidez y modificar las variables. Pero los extremos, cuando se unen, estallan y es el estallido el que permite un salto dimensional.

Escucho muchísimo ruido en este momento. Un ruido ensordecedor que no me permite escuchar el afuera. Sin embargo, es un ruido fascinante, porque surge de mí, porque me vuelve a mí, porque está intentando decirme todo lo que no quise escuchar hasta ahora y está manifestándose sólido, tangible, persistente.

El ruido de todos los sonidos que no dejé escapar en su momento. Tal como dice la Biblia, hay un tiempo para todo. Y cuando los tiempos no se respetan, ellos se hacen respetar. Así pues, si no dejé hablar a esas sensaciones en su tiempo, ahora es el mismo Tiempo el que decide que deben revelarse, así con "v".

Bienvenidas sean. Aquí estoy, sin saber bien cómo ni por qué -¿acaso importa?- para recibirlas.

Atemorizada, pero confiada.

Siendo más yo misma que nunca antes.


(Esto es para vos, F.G.M., que nos acompañamos desde tiempos inmemoriales con abrazos eternos de luz. Y para vos, V.B. que sólo compartimos un instante que, hace apenas unas horas me demostraste que persiste, feliz, hasta hoy).