viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Bienvenido Presente!


31 de diciembre de 2010.
Se termina el año.
Empieza uno nuevo.
Tradiciones de balances se agolpan en mi cabeza y, aunque no tengo ganas de hacerlo, una especie de disparador automático está haciendo una lista dentro de mí con las cosas positivas y negativas.

No sé, se termina una década. O mejor dicho, empieza otra.

Vivir el presente implica descartar los balances. Lo que pasó, pasó. Ya no es. Ni será.

¿Cómo estoy ahora?

Confundida, inquieta, expectante, ansiosa, en movimiento, desconcertada, un poco enojada, solitaria pero no sola, esperanzada, a la deriva, dejándome llevar por el instante, perdida pero con rumbo, tranquila, satisfecha, añorante pero con ganas de soltar, rara.

La vida es esto en este momento para mí: la vida es la fuerza incontrolable, sin tiempo, sin espacio, que me posee y a la que debo honrar. Existe una extraña sensación de simpleza en mí en este exacto momento, de seguridad detrás de todas las turbulencias, de certeza en medio de la incertidumbre. Me siento parte de algo que me trasciende y me contiene, incluso en mi limitada humanidad.

Me asusta permanecer en este estado, pero hay un algo en mí que me empuja a permanecer. Percibo que algo revelador se me presentará permaneciendo en este estado tan humano y temporal que está invitándome a pasar el umbral de lo universal, divino e inmortal.

Mi deseo es quitarme la mochila que traigo conmigo hasta el día de hoy. Quiero empezar el año arbitrariamente cronológico ligera de peso.

Literal y metafóricamente.

Viene a mi mente una frase trillada y comercial que, sin embargo, reúne con una intensidad renovada lo que vibro en este momento:

Que la Fuerza esté contigo.


martes, 9 de noviembre de 2010

El juramento de los Horacios...o cómo estoy pensando estos días


Y llegaron los juramentos, que no son tales, excepto con nosotros mismos.

Nos juramos hacer las cosas bien.

Nos juramos no volver a hacer aquello que tanto daño hizo.

Nos juramos no volver a comenter el mismo error dos veces.

Nos juramos no volver a enamorarnos de la persona equivocada.

Nos juramos que la dieta esta vez, sí va a funcionar.

Nos juramos no dejarnos llevar por las falsas promesas.

Nos juramos tomar aquella decisión de una vez por todas.

Nos juramos vivir intensamente, porque no se sabe hasta cuándo estaremos en esta tierra.

Nos juramos vernos "sin falta".

Nos juramos estar ahí, a como dé lugar.

Nos juramos, nos juramos, nos juramos...

Y cada juramento incumplido nos carcome el cuerpo, nos taladra la cabeza, nos perfora las entrañas, nos hiere mortalmente. A veces, hasta nos mata.

Cada juramento que nos hacemos y no cumplimos nos quita satisfacción, felicidad, deseo, placer, vivencia.

Pero, por sobre todo, cada juramento nos separa del presente: el único momento válido, vital, completo, tangible, real.

Cada juramento nos aleja del perdón.

Cada juramento nos aleja del amor.

Cada juramento nos aleja de nosotros mismos.

Jurar pone a Dios como testigo, en lugar de ponerlo como protagonista. Nos negamos o afirmamos atestiguándolo frente a Dios y entonces así somos, sin dudas, sin vacilaciones. Así somos de asertivos, de decisorios, de jueces. Así de creíbles, de infalibles, de seguros.

Quiero dejar de jurarme para empezar a perdonarme, a amarme, a acercarme a mí. Quiero tomarme vacilante, indecisa, confusa, no asertiva, falible, insegura.

Quiero estar aquí, ahora, conmigo.

Y estoy segura que estando así, entonces estaré tan cerquita de Dios que no lo necesitaré como testigo.

Estaremos juntos, en la eternidad que dura este exacto momento.

sábado, 2 de octubre de 2010


2 de Octubre de 2010.

Registrar que el 23 de septiembre próximo pasado es una fecha especial para mí.

Registrar que no hace falta que nada extraordinario suceda para que suceda lo extraordinario.

Registrar que la alegría está acá, al alcance de la mano, a la distancia de un abrazo, una mirada, una sonrisa.

Registrar que no importa lo que dure el abrazo, la mirada o la sonrisa, la experiencia es. Y está para quedarse...si lo deseo. ¡Y lo deseo!

Registrar que la vida es complejamente simple o, simplemente, compleja.

Registrar mi agradecimiento, mi confusión, mi alegría, mis ganas, mis conmociones, mis temores, mis vulnerabilidades, mi confianza.

Querer. Pensar. Sentir. Experienciar.

Estoy confusamente feliz.

martes, 26 de enero de 2010

Inflexión sin bisagras

2010.

Número redondo. Número que se multiplica, se divide, se pliega y se despliega sobre sí mismo. Número que suma lo perfecto de la Trinidad y lo esparce por el Universo.

Año en el que hicimos contacto, según Clarke. No creo en las casualidades. Que este libro del año '82 haya reaparecido en mi mente hoy no puede ser coincidencia. Porque hoy estoy haciendo contacto y sé que es con la misma vida en forma energética representada por Hal 9000, David Bowman y...el monolito.

Sí. Ese mismo monolito.

Es fascinante, asombroso, intrigante y subyugador empezar a centrarme en mi eje. Me expando, me fusiono y me fisiono alternativa y contradictoriamente. Me revelo, me rebelo y todo se revela y rebela junto conmigo. Magnífico. MAGNÍfico.

Es que...¿acaso yo no soy todo?

Eso es centrarse. Eso es centrarnos. No hay límites. No existen ni las barreras ni los obstáculos. Desafío mi mente a través de mis sentidos. ¡¡¡Frenar la mente para SENTIR!!! Y ver que los desafíos me fortalecen, me enriquecen y me hacen un poquito más sabia y más humilde.

Me siento elevada, inundada de colores brillantes que trascienden los tiempos y los espacios, las curvas y los relojes de arena. Dalí podría pintar lo que estoy viendo. ¿Cómo expresar la atemporalidad de lo evidente?

Vuelvo a mi esencia. Extrañaba tanto ¡tanto! este paisaje vasto y pleno que me es familiar desde que recuerdo. El hermoso silencio que inunda mi ser.

Me siento en paz.

P.S.: quiero darle las gracias a dos Carl que han marcado profundamente mi vida: Sagan y Rogers. ¿Coincidencia? No...no creo en las coincidencias...Ahora que lo veo, ambos tenían las mismas teorías.