viernes, 10 de mayo de 2019

La magia del espanto

Poder contar con la magia del espanto. No todos saben manejarla, requiere de un gran entrenamiento en artes blancas. Muchos la admiran por sus dotes sabias aprendidas de modos inexplicables. Es tan natural la forma de ejercerlas que no parece darse cuenta de la magnitud de su alcance. Su mente, afecta a acertijos descomunales e impalpables, la distrae de la verdad. Construir castillos en el aire parece ser su maestría arquitectónica sólo dezlenable ante los tornados de realidad que arrasan con esos muros de fantasía. Aún así, mientras camina por las calles de la ciudad, absorta en sus laberínticos e invisibles trazos, intuye lo que se aproxima.

El frío es palpable desde el centro.


Nada de lo que la habita tiene lógica o sentido. Perecer en un contoneo interminable de luz polarizada es conocido por ella pero, no por eso, logra habituarse. ¿Cómo acostumbrarse a desaparecer, a vivir en las sombras, a ocultarse para que lo deseado no la alcance? A veces descree de su suerte; juega a ser otra persona, igual a ella, pero en versión común. Brillar es peligroso, o la matan o muere por si misma.

Decide no andar el camino seleccionado. Aunque no sabe hacia dónde la lleva, la invade una sensación de aburrimiento ante lo pensable, ante lo posible. En la misma línea ilógica supone (¿sabe?) que esa no es la clave de su misión. Se detiene abruptamente y mira al frente hacia un punto inexistente.

Repasa mentalmente el equipo con el que cuenta. Se toca los brazos, casi como queriendo comprobar que efectivamente está allí. Teme haberse olvidado en alguna parte. Pero no. Está allí, puede decir que entera. Sí, cree que la palabra "entera" la describe hoy aunque no está segura de cuánto durará ese efecto. Calcula rápidamente el siguiente movimiento. Dar ese paso es fundacional. Esta vez siente que la energía necesaria está presente.

El frío es palpable desde el centro.

En un salto atrás al aprendizaje escolar, una voz chillona dice: "Las cosas no se enfrían. Se calientan. El calor es el manifestación del movimiento y la transformación. El calor es la emanación producto de una reacción. En cambio el frío es, por naturaleza. Ya está ahí. Nada es lo que parece".

Nada es lo que parece...
Nada es lo que perece.

Se sienta a la mesa de un bar y pide una cerveza. Fría, como lo que es. No como lo que se emana. Fija sus ojos en la transpiración del vaso que da cuenta, con sus gotas de sudor, del movimiento, de la transformación. Cada átomo está vibrando sin parar.

Ella, en cambio, se siente inmóvil. Sabe que tiene que dar aquel paso fundacional.

Muchos la admiran por sus dotes sabias, pocos saben que esas dotes pueden ser una maldición. Saber no es lo mismo que hacer. Ni que poder hacer. Ni que poder. Incluso cuando sabe que hace. Y que puede.

La cerveza fría bajando por su garganta va despertando sus sentidos haciéndola vibrar, llegando al centro de su cuerpo.

El frío es palpable desde el centro.

Vuelve a contactar con su inmovilidad. Allí no hay calor. Allí no hay movimiento. Allí no hay transformación.

Blanca, como las artes que domina, se envuelve en la certeza de la no transformación. Brillante, desaparece en su magnífica obra arquitectónica antes de que la arrase el siguiente tornado. Por un instante, siente que está a un paso de lograr su misión.

Nadie conoce lo que significa poder contar con la magia del espanto...

Cyndi Viscellino Huergo ©Todos los derechos reservados
Pintura: Monika Luniak, "Fresh Morning Air"