martes, 8 de marzo de 2016

Una de mis historias no heroicas

Si me permiten, me gustaría que me sigan en esta breve historia personal.
Muy personal.

Siendo hija única, por motivos que no vienen al caso, terminé criándome entre varones y asistiendo a una escuela primaria donde terminamos siendo sólo dos niñas entre diecisiete niños. Es una época de mi vida que evoco con gran amor. Aprendí mucho de la importancia, el valor y la bendición de ser mujer, de tener una gran amiga mujer y también aprendí mucho del mundo masculino el cual, en lo personal, respeto y admiro profundamente.

Cuando tenía 7 años, decidí que quería ser astronauta. Cada adulto que me escuchaba decir esto, esbozaba una sonrisa entre tierna y socarrona y me decían: "¿¡Astronauta!? ¡Jajaja! ¡Qué locura!" Cuando yo defendía mi postura o me enojaba frente a la reacción, volvían a reir y me decían: "Ya vas a elegir ser otra cosa...maestra o enfermera, vas a ver...Dejá que pase el tiempo"

Entonces yo guardaba silencio. No entendía qué diferencia existía entre elegir ser maestra, astronauta, enfermera o cualquier otra cosa.

A los 8 años, decidí estudiar Astronomía o Física. Charlando un día en el recreo con uno de mis compañeros de primaria, Eduardo, le dije que iba a estudiar Física Nuclear para poder ser astronauta. Él, sin inmutarse e incluso alentándome, me dijo que él iba a ser químico.

A los 11 años, sabiendo que tenía que saber volar para ser astronauta, averigüé para ingresar al Liceo Aeronáutico Militar.

No aceptaban mujeres en aquel momento.

No dándome por vencida, descubrí que  aceptaban mujeres en el Liceo Naval. Yo pensaba: "Tal vez de aquí a cinco años, cuando egrese, me permitan entrenarme para piloto naval...todo está cambiando todo el tiempo...." Así que transmití mi decisión en casa para ver si me podía ir a dar el ingreso.

La respuesta de mis padres fue rotunda: "No te vas a ir sola a Salta y menos a hacerte militar. Sos muy nena para irte tan lejos" Yo les decía que a dos de mis compañeros de colegio sí los dejaban irse lejos, a los liceos. Pero no hubo caso, no me dejaron y punto.

Yo, otra vez, guardé silencio.

A los 14 años empecé a enviar cartas a la NASA, a Grumman, a McDonnell Douglas, Boeing...¡vaya a saber qué les escribía! Pero les escribía. Con regularidad. Daba clases de inglés para pagarme gastos como la suscripción a la revista "Aeroclub" y para juntar algo de dinero para tomar clases y convertirme en piloto civil. La hora salía fortunas para mi bolsillo adolescente que adolescía en silencio, pero sin rendirse.

Mi profesora de geografía me decía que debía declinar mi intención de estudiar Física. "No es una carrera para mujeres, los hombres no te van a dejar llegar y vas a terminar dando clases en una escuela secundaria."...¡como si esto fuese deshonroso o menor! Otra vez, no entendía. Por otro lado, yo sentía que sabía moverme en el mundo de los varones, había logrado hacerme respetar desde chica...¡no entendía! ¡No entendía por qué la profe me decía eso! Para mí los varones no eran (¡ni son!) enemigos, ¡eran mis futuros colegas pilotos y astronautas! ¡Eran personas como yo!

Y ahí estaba yo, guardando silencio mientras mi interior estaba lleno de dilemas existenciales.

Me destacaba en Matemáticas, Química y...Física, claro. Sin embargo, mi profesora de Física de tercer año, hizo lo indecible intentando que yo reprobara la materia. Sólo el último día de clases me dijo: "Viscellino, deje de levantar la mano. Usted tiene aprobada esta materia desde el inicio de año." Furiosa en aquel momento, tuvieron que pasar varios años para que yo me diera cuenta que le debía a ella mi extraordinario conocimiento en Física en aquel momento y que mi temple y voluntad se habían visto fortalecidos gracias a ella. Me había vuelto más resiliente. La recuerdo con muchísimo cariño porque sé que lo hacía con cariño pero en aquel momento mientras vivía esa realidad sentía que mi vida se caía a pedazos. Si yo no aprobaba Física, era claro que no sería astronauta. Yo no servía.

Qué cosa...cómo asociamos aquello en lo que nos desempeñamos con quienes somos...

El día previo a mi décimo quinto cumpleaños (los 15, sí) recibí en casa el mejor regalo: ¡un sobre enorme de la NASA! ¡Y a mi nombre! El primero de muchos que iría recibiendo a lo largo de los siguientes cuatro años con información, boletines, fotos, respuestas...esperanza.


¡La NASA ya estaba entrenando mujeres para viajar al espacio!
Yo confirmaba que las cosas seguían cambiando...

Empecé a averiguar para ingresar al Instituto Balseiro, en Bariloche. Debía tener segundo año universitario de Física aprobado con altas notas o tercer año de Ingeniería (supongo que si llegaron a esta altura del relato, ya habrán deducido por cuál carrera iría yo...) y dar un riguroso examen de ingreso. Planeaba estudiar como nunca, ingresar al Balseiro y al recibirme, aplicar como profesional a la Fuerza Aérea para obtener título con grado militar que me habilitara a aplicar a la NASA. ¡Por fin iba abriéndome paso por mi camino a ser astronauta!

Pero en uno de los informes que recibi de la administración espacial decía que la estatura mínima para poder ingresar al entrenamiento como astronauta para mujeres era de 1,65 cm.

Yo medía -mido- 1,52 cm.

"No importa", me dije. "Seguís con tu plan...vaya a saber para el momento que apliques todo lo que habrá cambiado."

Como verán, algo en mí es muy testarudo y tenaz. Pero con 16 años y mi manera de ser en aquel momento no me alcanzó como para no dejarme vencer finalmente por la presión de mi entorno, que no hacía más que decirme que ser astronauta era una utopía, especialmente siendo de este país y especialmente siendo mujer. Seguía sin entender...

Durante mi último año en la secundaria al momento de ir a inscribirme en la universidad en octubre, decliné. Sin tener claro por qué, sin entender, me anoté en Medicina.

En un recreo de mi primer trimestre de clases del CBC me encuentro con aquel compañero de primaria, ¿se acuerdan?. Eduardo, sí. ¡Imagínense la sorpresa al vernos! Ya teníamos 18 años, "ningunos nenes". Nos acercamos con sonrisas amplias, nos dimos un fuerte abrazo, empezamos a charlar: "¡Qué hacés acá!"-"¡Qué lindo verte!". Le pregunto a Eduardo "¿qué materias estás cursando?" - "Química Orgánica y Sociedad y Estado, ¿y vos?" - "Biología Molecular y Pensamiento Científico."

El semblante de Eduardo se puso serio, mostrando lo que yo tomé por perplejidad. Me miró fijo y me dijo: "¿Tenés que cursar Biología para la carrera de Física?"

Lo escribo y aún se me detiene el corazón.
Fue el momento en el que me dí cuenta que había dejado de ser leal a mí misma.

Qué cosa...cómo asociamos aquello en lo que nos desempeñamos con quienes somos...

Me llevó más de veinte años volver a ser leal a mí. Aún tengo luchas internas porque me encuentro tratando de negociar qué parte de mí manifestar, qué faceta de mí desempeñar, cuál mostrar sin ser desleal a quien voy siendo.

He recorrido un camino personal desde mi nacimiento que atesoro y reviso a diario porque siento que cada momento es una nueva oportunidad para empezar todo de nuevo, para saber quién soy y quién estoy siendo.

¡Ah! A propósito...no soy astronauta...por lo menos no en la manifestación.
Pero créanme cuando les digo que también soy astronauta, aunque sólo mida 1,52 cm...y la NASA aún no lo sepa.

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados


P.S.: En el Día Internacional de la Mujer, me siento incómoda diciendo que lo "celebro". Hoy se conmemora la lucha de miles de trabajadroas que reclamaron por sus derechos laborales igualitarios a los de los varones, incluso con su vida.  Para los que les interesa, les dejo el resumen de la astronauta del Challenger quién, irónicamente para mi entorno infantil, era maestra...
(Fuente: http://www.entreelcaosyelorden.com/2012/05/mujeres-astronautas-2-parte-las-2-damas.html)

Christa McAuliffe
Christa McAuliffe
Nació en Boston el 2 de septiembre de 1948.
En 1966 se graduó de la Preparatoria Marian, en Framingham, Massachusetts y obtuvo la licenciatura en Artes en Framingham State College; en 1978 recibió un máster en educación de Bowie State College, en Bowie, Maryland.
Entre 1970 a 1985 trabajó como profesora de historia, inglés, economía y leyes en diversos colegios e institutos de EEUU.

El 19 de julio de 1985 fue seleccionada como candidata principal para el Proyecto Profesor en el Espacio de la NASA. Fue elegida entre más de 11.000 educadores.
como especialista de carga para a la misión STS 51-L del transbordador espacial Challenger.
Recibió durante un año un duró entrenamiento,que incluyó vuelos en aviones de combate y aviones de entrenamiento de gravedad cero, así como técnicas para el manejo de carga útil de la misión. Se la entrenó como a cualquier astronauta. Finalmente, despegó del Centro Espacial Kennedy, Florida a las 11:38:00  el 28 de enero de 1986, a pesar de las advertencias de algunos ingenieros a la administración acerca del posible efecto adverso que podrían tener en algunas partes vitales de la nave las temperaturas extremadamente bajas que se habían registrado la noche anterior. El Challenger logró despegar de la plataforma de lanzamiento y ejecutar su maniobra de virado, hasta ese punto, para los observadores en tierra, todo parecía normal.

Christa McAuliffe estaba casada y tenía dos hijos y en su honor se nombró al Asteroide 3352 McAuliffe.
Al menos 35 escuelas de Estados Unidos llevan su nombre, así como diversas instituciones y programas estudiantiles..
Cada 28 de enero,  cientos de estudiantes tanto de Estados Unidos como de México conmemoración del accidente del Challenger.