domingo, 1 de febrero de 2015

Hola...¿hay alguien allí afuera?

...Cosas en mi mente desde hace ¿mucho? tiempo (¡otra vez la relativización del tiempo!).

Con ganas de escribir, sintiendo que nada de lo que diga será interesante ni para mí ni para alguien más pero cumplirá el objetivo de poder destejer algo de mis pensamientos a través de palabras.

Es que ¿saben? Desde ese hace mucho tiempo -que puede convertirse en poco en un abrir y cerrar de ojos- soy una pila de sensaciones.

Sensaciones que no encuentran, quizás porque no buscan, palabras que las definan pero que son tan certeras y tan exactas que todo lo abarcan, todo lo tiñen, todo lo pueden en mí.

Mi mente está manteniendo diálogos permanentes consigo misma mientras estas sensaciones parecen decirlo todo sin emitir siquiera un sonido interno. Los soliloquios mentales recorren infinitos caminos, algunos de ellos contradictorios pero no inintegrables, con preguntas que se originan de comentarios u opiniones emitidas por otros. A veces, con ganas y necesidad de hacerlos conocer casi a los gritos a personas en particular o gente en general; a veces, con un desinterés por ser develados que raya la indiferencia y la frialdad.

Y en los últimos días, noticias públicas y privadas me han dejado rebotando en las cámaras polifacéticas de mis ideas confundiendo mis sentidos, mis sentimientos y mis sensaciones, mencionadas pero no nombradas, presentes pero silenciosas.

Por momentos, la sensación que prima y se apodera de mí es el absurdo. Por momentos, la de estar ingresando en la manada sin poder distinguir qué me es propio y qué no. Pero en todo momento, como ahora, las sensaciones son tantas, tan intensas, pasionales, clara y afortunadamente irracionales, de tan diversas cualidades, que prefiero respetar su imposición de silencio.

Anoche posteé en mi cuenta de Twitter una frase de Julio Cortázar que tuvo ciertas repercusiones. Dice: "Yo espero cualquier cosa de esta noche, hay como una atmósfera de fin del mundo". 

Sigo sintiéndome descripta por esa frase hoy. Tal vez más que anoche.

El fin del mundo, después de todo (¿nunca mejor dicho?) puede ser sólo el comienzo de otro nuevo...al menos para mí.

Me arrojo a la aventura de explorar lo desconocido.
En este exactísimo instante, en este exactísimo lugar, no me está gustando lo conocido...

En soledad me llamo a silencio, entonces. No sé cuánto habrá de durar ni si alguien querrá venir a buscarme o acompañarme. Por cualquier cosa y en caso de que alguien esté interesado en el viaje, les dejo una pista de dónde puedo llegar a estar...


Me limito a tomar distancia, a observar, hasta que recalibre mi brújula y decida mi mejor manera de aportar algo constructivo.

Al final de cuentas y, como dije al principio, siento que cualquier cosa que diga ahora puede no ser interesante...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados