sábado, 23 de enero de 2016

¡Levantate, Gustavo!

"¿¡Puede ser posible que me despierte a las cinco o seis de la mañana de golpe, inspiradísimo para escribir y que sea tanta la fiaca que no me levante a hacerlo!? Gustavo, ¡así no se hace historia, loco! ¿Cuánto hace que te das cuenta que se te escapan mil ideas buenas por no levantarte de la cama ni bien te despertás? El bendito tiempo...el momento adecuado...'Que estas no son horas de escribir', 'Que quiero dormir un rato más o remolonear', 'Que en cuanto me levante escribo todo lo que está cruzándoseme por la cabeza'...¡Dios mío! ¡Si parece que me estuvieran dictando! ¡Levantate, Gustavo!".

Pero no. Se queda en la cama al menos una hora y media más y...¡plaf! Cuando se levanta...nada.
Nada de nada.
Ni siquiera un bosquejo de la idea original...¡aunque sí se acuerda que estaba buenísima!

"Hoy voy por un cuento erótico...si, ¡sin dudas!", se le dibuja una sonrisa amplia en la cara mientras se lava los dientes y espera que el agua para el mate llegue a la temperatura justa. Después de todo es sábado de verano y no tiene que ir volando a trabajar...

"Sí, igual no te levantasste a las seis cuando te vino la idea a la cabeza, Gustavo...uf...qué complicado querer decir todo lo que se me ocurre sin caer en lo burdo, lo chabacano...la idea que tengo está mortal, tiene contenido más allá de lo erótico...voy a escuchar el temazo de mi amigo para inspirarme...pero no sé cómo escribirla originalmente..."

Originalmente. ORIGINALMENTE. Él está siempre preocupado por la originalidad de sus escritos. Después cuando los lee, vuelve a darse cuenta de que ya está TODO escrito.

Siente una profunda frustración. Él sabe que tiene mucho para decir y ojo, algunas cosas muy interesantes. También sabe que tiene un modo a veces divertido, a veces críptico, a veces intenso, a veces irrelevante...Tiene un modo, bah.

"¿Y eso no es ser original, Gustavo?"
Parece que ser él mismo no es suficientemente original...
De pronto, le cae el peso de la mirada y el jucio del mundo entero encima.

"Ahí tenés, Gustavo, el tema es que estás pendiente del mundo entero...casi que también se cae de maduro que no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

"...no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

Se pregunta si se siente suficiente para sí mismo. Su mente se puebla en recuerdos. ¡Las veces que no fue suficiente! Para sus padres, que esperaban un Nóbel en investigación científica, para su primera novia que consideró que 'la respetaba demasiado', para algunas otras chicas que lo dejaban porque él era 'muy idealista', para su ex que consideró que su atractivo y el status logrado lo podía superar ese otro con el auto importado alemán (uno nacional de origen alemán nuevo no alcanzaba), para sus superiores que pretenden que los números del próximo acuerdo comercial internacional superen los cientos de miles del anterior y así considerar su ascenso...y la lista sigue.

"...no vas a ser suficiente para todo el mundo..."

Tampoco se siente suficiente para sí mismo. Recuerda lo olvidado: que lo miden en resultados, en expectativas, en efectividad.

Se pregunta entonces quién es, quién tiene que ser para ser suficiente, para sentirse suficiente.

Carga el termo con el agua para el mate, se dirige al living y se sienta frente a la notebook.
Afuera, el silencio de la calle de verano en una mañana de sábado, unas nubes pobladas de posibles tormentas que dudan en descargarse y una brisa que apenas se anima. Adentro...adentro la pesadumbre, la tormenta desatada y el silencio.



Ingresa a Facebook en forma automática, ese lugar en donde no existe la soledad, todos son amigos, los sabios comparten sus consejos, todos exponen sus hermosas vidas, sus gustos, dónde están, qué comen, con quién, denostan al que no piensa como ellos...claro que no todo es así ni todos se comportan de ese modo. Hay muchas personas que en verdad utilizan el recurso para estar conectados con él, para saber cómo está, para arreglar un encuentro personalmente o para poder mantenerse cerca ya que están geográficamente lejos.

Siente una punzada en su cintura. Decide levantarse y estirarse un poco. Se da cuenta de que terminó el termo de mate hace rato, pasaron más de dos horas y...no escribió su cuento erótico. Ni siquiera abrió su procesador de texto para volcar una sola idea.

"Se cae el mundo entero, se cae de maduro que no soy suficiente pero no se me cae ni una idea en este momento..."

En ese par de horas también se olvidó de lo que siente: frustración, agobio, pesadumbre, insuficiencia de sí mismo.

Pero bueno, al menos el día mejoró, salió el sol y su mañana de sábado fue un poco diferente. Tal vez mañana se anime a levantarse, sin importar la hora, a escribir lo que le dictan por la madrugada.

Tal vez eso sí sea original...

Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados

No hay comentarios: