Sentados en silencio. El mar en calma, el cielo negro profundo, presagio de tormenta.
El alma rota en pedazos.
- ¿Es posible que el alma se rompa?
-No, le responde él. Sólo la dividiste para aprender más rápidamente.
Pero ella no lo siente como aprendizaje. El dolor es insoportable, estruendoso. Ella cree que si se presta la debida atención se lo puede escuchar. ¿O es acaso un trueno? No, ella está segura, es su dolor. El dolor lo siente hasta en los nudillos. No hay zona de su cuerpo que no duela. Pero el dolor más intenso lo siente en el alma.
Algo no está bien...
Un relámpago atraviesa el espacio del cielo al agua. ¿O es al revés?
Luz, en medio de la oscuridad.
- ¿Es posible que el alma duela?
- No, vuelve a responder él. Lo que te duele es saber que puede no dolerte.
Ella está cansada, muy cansada. No logra entender por qué sigue estando en el lugar en el que está, por qué permanece allí, sabiendo que su lugar está en otro lado.
- ¿Sabés? A veces siento como si fuese el alma la que duele, en verdad. El dolor me invade: me duelen los recuerdos, me duelen las decisiones, me duelen las sobreadaptaciones, me duelen los "si" más que los "no", me duelen los altruismos obligados, me duelen los años usados en todos estos dolores que ya no habré de recuperar ...
- Se llama "vida", dice él con calma.
Otro rayo en el cielo. ¿O en el suelo...?
¿Es esto el aprendizaje? Tal vez ella esté ahora volviendo a unir el alma que, según él, separó para aprender más rápido. Sólo que ella no siente que esto haya sido rápido. Le ha llevado casi medio siglo...por lo menos es lo que cree.
- El tiempo es una invención, ya lo sabés. ¿Por qué te detenés a pensar en él?
Detenerse. ¡Eso es lo que ella necesita, lo que anhela, lo que busca! ¡Detenerse! Detenerse en el espacio, detener el tiempo, observarlo todo como en una foto polaroid instantánea. Suelen pregonar por ahí que hay que moverse, seguir adelante, no parar...pero ella ya no puede seguir. No así.
Ella siente cómo todo comienza a inmovilizarse. No es "todo" lo que se inmoviliza. Ella es quien se ha detenido. Otro rayo atraviesa el aire y esa luz queda fija en su retina, vibra en su piel. Un trueno grave resuena en sus huesos. Escucha su respiración dinámica, sus pulmones se llenan de mar, de sal, de tormenta, de paz. Siente el dolor cediendo y ya no siente el alma rota, sólo perdida.
Lo mira fijo. Él le devuelve la mirada, sereno.
- Me quedaría en este instante por siempre, susurra ella.
- ¿Qué te lo impide?
- Equilibrio...necesito encontrar un equilibrio.
Otra vez, silencio. Ahora el dolor es parte de su conciencia. Quizás el dolor es el indicador de dónde se halla su norte, su rumbo, su equilibrio.
- Sé que estás detenida pero...¿creés que podés volver y moverte ahora? La tormenta se aproxima. Tenemos que entrar...
"¿Es esto el equilibrio?", se pregunta con semblante de desconcierto. Vuelve su cabeza hacia él, lo mira profundamente, de alma a alma.
- Por supuesto no tengo problema en volver e ir con vos... Aunque yo...yo creo que ya estoy adentro.
Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados
5 comentarios:
Como cuando el silencio es posible y las palabras empiezan a temblar.
Si, Jorge! Gracias por tu comentario.
Me hiciste llorar...
Te quiero!!
Lloro. Duele. Ella soy yo. Raquel
Lloro. Duele. Ella soy yo. Raquel
Publicar un comentario