Hace unos años, inspirada en la obra musical de Quassia Amara (Carlos Espelt, músico de talento divino) escribí una serie de diez breves relatos que acompañaban sendos temas de su tercer álbum llamado "Íctico".
Hoy quiero comenzar a volcar esos relatos en este blog.
Carlos Espelt, te dedico esto muy especialmente, tal como te lo dediqué cuando vos, generosamente, me inspiraste con tu talento. Sé que no hago honor a la maravilla de tu obra, pero para mí es un trabajo amado. GRACIAS.
0.
ic·tus
1 : golpe o pulsación, especialmente del corazón
2 : ataque o convulsión repentina, especialmente en el stroke
cardíaco
Ictio-
(gr. Ichthys: pez)
Elemento
prefijal que entra en la formación de palabras de significado pez.
1.
Siento el dolor del futuro conocido pero siempre
inesperado atropellándome avasallante hasta dejarme tambaleando. La espesura se cierne sobre mí, mis ojos se
entrecierran para ver mejor, pero estoy ciego en medio de la niebla.
Cuando la bruma del dolor me envuelve, comienzo a dudar
de mis sentidos. Estoy expuesto, solo,
desnudo. Gira un tornado que me
envuelve. Pero sé que si extiendo los
brazos rozaré otras pieles, otros cuerpos y entonces sabré que todo sigue ahí,
un poco movido de lugar, pero rodeándome al fin.
Comienzo a los manotazos. Me muevo desesperado por alcanzar esa piel,
por tocar ese cuerpo.
Pero... ¿dónde está?
Mis pies pisan un terreno pedregoso, árido,
irregular. Las plantas comienzan a
lastimarse y a sangrar. Los vientos del
torbellino revuelven mi pelo, mi mente anida ideas apocalípticas. No debo dejarme vencer. Voy ciego por ese terreno, a tientas.
Comienzo a llamarte, a llamarlos. Mis labios se mueven, pero no emito sonido
alguno. Sin embargo, yo me escucho
fuerte y claro. No sé de dónde saco mis
fuerzas para seguir... me siento tan cansado...
Repentinamente mis pies sienten el frío del agua, un
agua que me cubre rápidamente sin siquiera moverme de donde estoy. Los manotazos se convierten en brazadas, ya
no siento el dolor de los pies... de hecho, ya no estoy apoyado sobre nada.
Se acelera mi respiración y el agua finalmente me cubre
por completo. Sin embargo puedo
respirar, dificultosamente, asfixiante y mis ojos comienzan a ver.
Azul profundo.
Desolación.
...
La punta de mis dedos no te alcanzan. Pero ya logro verte.
Me hundo rápidamente. Miro hacia arriba y no siento
ganas de salir. La pesadumbre, la
herrumbre de mi alma no me deja.
Abro la boca pero las palabras ya no salen. Enmudecí, como mi alma.
Debo guardar el oxígeno para sobrevivir.
Necesito que vengan a buscarme.
¿Dónde están?
...
Agua mecedora...
Estoy cansado... peso mucho, siento mucho.
Azul profundo...
Cyndi Viscellino Huergo ®Todos los derechos reservados